La localidad alavesa de Llodio ha despedido esta tarde a sus vecinos, Gabino y Mercedes García, padre e hija, que fallecieron el domingo después de ser apuñalados en la playa Salvé de Laredo (Cantabria), donde la familia veraneaba desde hacía años.

El local de los Testigos de Jehová, fe que profesaban las víctimas, se ha quedado pequeño para acoger a los numerosos llodianos que han querido dar su último adiós a las víctimas y mostrar su respeto a la madre y viuda y a los otros dos hijos del matrimonio: una hermana gemela de Mercedes y un chico.

Los tres han llegado al recinto minutos antes de las seis y media de la tarde y visiblemente emocionados han recibido las muestras de cariño y condolencia que les han transmitido sus amigos y familiares.

Más de un centenar de vecinos se han quedado en la calle sin poder entrar en el Salón del Reino de los testigos de Jehová, ubicado a escasos cincuenta metros de la vivienda en la que residía Gabino (71 años), ya que Mercedes (42) llevaba diez años trabajando en Suecia aunque regresaba cada verano para visitar a la familia.

Entre los asistentes había una nutrida presencia de trabajadores de Vidrala, fábrica en la que Gabino trabajó hasta su jubilación y en la que ahora lo hace su hijo.

También han acudido al funeral los alcaldes de Llodio, Natxo Urkixo, y de Laredo, Ángel Vega, así como la diputada de Cultura de la Diputación Foral de Álava, Iciar Lamarain.

El trágico suceso ocurrió pasadas las 18.30 horas del domingo, cuando Gabino y Mercedes abandonaban la playa Salvé de Laredo. En ese momento Mario I.R, un vecino de Bilbao de 52 años que trabajaba como enfermero en un hospital de Madrid, se acercó a la mujer y le asestó once puñaladas. Su padre, al intentar ayudarla, también fue apuñalado.

Mercedes falleció poco después en el Hospital de Laredo por la gravedad de sus heridas y Gabino murió tres horas más tarde en el Hospital de Valdecilla de Santander.

Mario I.R., que desde ayer está en la cárcel de El Dueso, en Santoña (Cantabria), fue reducido en la misma playa por un ertzaina fuera de servicio, que lo retuvo hasta que llegó la Policía Local.

Una vez descartada la hipótesis de la violencia machista, la Guardia Civil trata de esclarecer si el supuesto agresor conocía de algo a los fallecidos, cuya residencia veraniega se encuentra a 200 metros de la urbanización en la que se aloja el detenido.

Sin embargo, hasta el momento no se ha conseguido encontrar nexo alguno entre ellos y la hipótesis con mayor peso sigue siendo la enajenación mental.