La principal razón que alegan los jóvenes menores de 30 años para no buscar empleo es seguir cursando estudios, aunque la enfermedad o incapacidad propia y el cuidado de algún familiar son otros de los argumentos para que este colectivo no busque una salida profesional. Lo concluye el informe Paro juvenil y pobreza, ¿un problema estructural?, realizado por el Observatorio Social de la Caixa, y que destaca que el bajo nivel de estudios es el mayor obstáculo que encuentra esta parte de la población para encontrar trabajo. En la primera parte, titulada Bajo nivel educativo, baja participación laboral, la profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo Begoña Cueto subraya que durante la crisis se disparó el número de jóvenes que están inactivos para poder seguir estudiando, al pasar del 36% en 2006 al 51,8% en 2016.

La segunda parte aborda El reto de la Garantía Juvenil, y en ella la profesora de Sociología de la Universidad de Valladolid Almudena Moreno reflexiona sobre la efectividad de esta política diseñadas para disminuir el desempleo juvenil. Aquellos con menor formación son los que menos se registran como demandantes de empleo, al contrario de los que han cursado estudios secundarios de ESO o bachillerato, y son éstos los más beneficiados por la aplicación de la Garantía Juvenil. Un programa puesto en marcha en 2014 cuya acogida «ha sido limitada» entre los jóvenes españoles, aunque el número ha ido aumentando desde agosto de 2015, cuando se amplió la edad hasta los 29 años.