La Iglesia católica chilena ha lamentado los presuntos abusos sexuales cometidos contra una treintena de alumnos de la Congregación Marista en los últimos 40 años, aunque valoró los esfuerzos de la orden en esta materia. El cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo metropolitano de Santiago de Chile, afirmó que "la verdad siempre nos hace libres" y valoró los esfuerzos realizados actualmente por la orden. "Fue un acontecimiento triste para ellos", apostilló.

Esta declaración de la iglesia chilena se produce como respuesta a la admisión, por parte de la congregación marista en una entrevista con EL PERIÓDICO, de que en el pasado se silenciaron los abusos sexuales que se dieron en la institución.

Jaime Concha, víctima de abusos y uno de los portavoces de los afectados, catalogó como una tragedia la situación de este colectivo y dijo que esperan una respuesta con fuerza de la Congregación de los Hermanos Maristas para expulsar a los responsables y gestos de reparación para todas las víctimas y sus familias.

Los Hermanos Maristas de Chile, parte de una congregación religiosa católica con fines educativos a nivel internacional, admitieron haber silenciado casos de abuso sexual a menores en el interior de los colegios que administran en este país. A sólo días de la llegada del papa Francisco a Chile, tres portavoces de la institución, Mariano Varona, Héctor Villena y Ernesto Reyes, reconocieron a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA que no denunciaron en su momento los delitos de los que tuvieron información. "Estas cosas no se ventilaban. Ni para dentro ni para fuera", sostuvieron, para agregar que los abusos sexuales que sufrían los alumnos "se silenciaban en lugar de denunciarse", explicó Varona.

La excusa de Varona es que la información llegaba en ocasiones como secretos de confesión y que por ello no correspondía denunciar". De todos los formadores que escucharon otros casos ninguno presentó ninguna denuncia. Lo que correspondía era ayudar a la persona a enfrentar la situación", agregó.

En los últimos 15 años, desde el caso de Andrés Aguirre, el llamado "cura Tato", 80 sacerdotes y religiosos católicos han sido acusados en Chile de delitos de connotación sexual. De ese total, 45 fueron condenados por la justicia civil o canónica, y de ellos 34 tuvieron como víctimas a menores de edad.