se ha tardado muy poco en poner en marcha un biopic sobre el papa Francisco. Apenas dos años después de su elección, acaba de llegar a las pantallas Francisco (el Padre Jorge), una coproducción argentino-española en la que el actor Darío Grandinetti se pone en la piel de Pontífice antes y después de su elección como guía espiritual de la Iglesia.

La película muestra a Jorge Bergoglio a través de la mirada de una periodista, Ana (interpretada por Silvia Abascal), y de la relación de amistad que ambos establecen. «El personaje de Ana es el que nos conduce a descubrir a un hombre al mismo tiempo que ella lo descubre. Sirve como enlace con el espectador. Pero es una mirada muy personal. A ella no le importa todo lo que ocurre alrededor de él, solo su parte humana», explica Grandinetti durante la presentación de la película en Madrid.

Al principio puede resultar curioso pensar en el actor vestido con un atuendo religioso, sobre todo si tenemos en cuenta que en los inicios de su carrera se perfiló como prototipo del galán romántico argentino. «La verdad es que nunca he tenido una fe religiosa, pero sí tengo fe en la condición humana. Y este personaje refleja unos valores extraordinarios. Es consecuente con su manera de pensar, y ha sido capaz de actuar de la misma manera antes y después de convertirse en Papa, así que se puede decir que Bergoglio me ha ayudado a reafirmar mi concepto de la fe, sobre todo en creer en la gente».

Lo que estaba claro, es que a Bergoglio lo tenía que interpretar un actor argentino. «No conocía su trayectoria. No tenía una idea preconcebida de cómo era, así que mi principal reto fue ir a descubrir quién era esa persona». ¿Y con qué se encontró? «Con un hombre que ha vivido coherentemente. Los que conocen a Bergoglio, no se sorprenden con Francisco. No les sorprende que el Papa haga lo que está haciendo. Les sorprendería que no lo hubiera hecho».

A Grandinetti le cae bien el nuevo Papa, así que confiesa que se sintió honrado cuando le propusieron interpretarlo. Estudió, dice que apasionadamente, tanto su manera de expresarse corporalmente como su personalidad. Y tuvo la oportunidad de seguir los pasos de Bergoglio en el pasado, cuando ejercía su labor ayudando a los más necesitados del país en el barrio deprimido de la Villa 21. «Fuimos a rodar allí y la gente se sentía tan agradecida... Creo que no hay muchos ejemplos en la historia de la humanidad de líderes que actuaran en función de lo que decían. Se me ocurre Gandhi, Che Guevara, Jesús y Mandela. No sé si hay más. Y como son tan pocos, cuando aparece alguno, su relevancia cobra mucho más sentido».

El actor piensa que el papa Francisco ha dado el primer paso para una renovación profunda de la Iglesia. «Está siendo valiente, diciendo cosas como que se abran las iglesias a los inmigrantes, pero ahora toca a los demás seguir su ejemplo».

En los próximos meses veremos al actor -que fue uno de los primeros protagonistas masculinos contundentes de Almodóvar en la ya mítica Hable con ella- repetir a las órdenes del director manchego en su esperada película Silencio. Mientras, tomará rumbo a su tierra para protagonizar alguna serie de televisión y un espectáculo teatral. Pero lo que está claro es que su interpretación del papa Francisco, quedará en la memoria como uno de sus papeles icónicos.