Yacer inconsciente sobre las vías del tren no era la idea con la que Andrés pensaba culminar una noche de copas con amigos por Sitges. Una estampa que nada tuvo que ver con una velada de excesos etílicos hasta perder el sentido. Esta situación solo se puede achacar a la ira desaforada de unos agresores, que se cebaron con él hasta el punto de llevar su vida al límite, simplemente por su incapacidad de aceptar a aquellos que tienen una orientación sexual diferente.

La diversión de Andrés comenzó a torcerse en un local de ocio, donde un grupo de jóvenes empezó a mofarse de los chicos gais, cruzando incluso alguna mirada hostil. La mala fortuna quiso que después de que sus amigos se marcharan a un hotel y mientras él hacía tiempo en la playa hasta que llegara el primer tren de la mañana, el grupo volviera a coincidir con él. Decidió ir hasta la estación, rehuyendo el conflicto y buscando el amparo de otras personas. Pero justo allí empezó la angustia.

"Mientras esperaba en un banco, uno de esos chicos se pone a mi lado y me amenaza, justo cuando noto un fuerte golpe por detrás, en mi cabeza. Me levanto mareado y al girar veo mi sangre en una piedra de un palmo que sostenía uno de ellos mientras sonreía", explica. En ese momento empieza a recibir insultos y amenazas de que va a morir apedreado, según relata Andrés, que prefiere no revelar su auténtica identidad. Acto seguido, uno de ellos le lanza piedras desde la vía y el otro le golpea de nuevo en la cabeza con un pedrusco.

Aunque él perdió la conciencia, los testigos explican que acabó sobre las vías, hasta que un tercer chico que iba con los dos agresores se desentendió de la salvaje diversión de sus amigos y le auxilió, subiéndole al andén y salvándole la vida. "Minuto y medio después pasaba el primer tren", explica Andrés, aún conmocionado por el crítico episodio, que sucedió a finales del año pasado.

ODIO

Tan cerca andó de la fatalidad, que aún arrastra mareos y otras secuelas, sobre todo psicológicas. "Suerte del acompañamiento del Observatori Contra l'Homofòbia y de los ayuntamientos de Barcelona y Sitges. Me han hecho sentir seguro e ir recuperando la confianza, aunque aún quedan traumas por superar", expone. El consistorio de la ciudad del Garraf se ha personado en la causa judicial como acusación popular para combatir una afrenta a "la tolerancia y la diversidad", en palabras de su alcalde, Miquel Forn.

Los dos presuntos agresores fueron identificados por los Mossos y la Policía Local de Sitges. Uno de ellos es adulto y se encuentra en prisión preventiva, mientras que el otro es menor de edad y está bajo tutela oficial. El proceso se encuentra en fase de instrucción, "pero los indicios apuntan a un delito de tentativa de homicidio o asesinato, con el posible agravante de alevosía", según explica Raúl Rodríguez, el letrado del OCH que le representa.

A la espera de saber cómo acaba el juicio, en el que se ha personado la Fiscalía de Delitos de Odio y Discriminación, Andrés tiene la esperanza de que atrocidades así no se repitan. "La homofobia no es innata sino cultural, se transmite de adultos a niños. Deberían pensar que algo así puede arruinar la vida del agresor y del agredido. Y que el amor siempre es un alternativa mejor que el odio".