Ana Mato, la flamante ministra de Sanidad y Servicios Sociales, podría batir un récord por su celeridad para situarse en el centro de la polémica y concitar una oleada de críticas de la oposición, las asociaciones de mujeres y las redes sociales. Le han bastado dos días laborables en el cargo y el uso de tan solo cinco palabras, "violencia en el entorno familiar", con las que un comunicado oficial de su ministerio sha definido (en lugar de "violencia de género" o "violencia machista") el asesinato de una mujer por su pareja el lunes pasado en Roquetas de Mar, la 59 víctima mortal de la violencia machista este año.

"No hay cambios en la terminología de la violencia machista. Da igual el nombre, al final es un asesinato", hubo de salir al paso ayer Mato, quien trató de quitar hierro a la expresión "violencia en el entorno familiar", de resonancia más suave, inconcreta. La nota ministerial no parecía ser causa de un lapsus, pues repetía en tres ocasiones el término de la discordia.

"Las palabras no son neutras. Es muy importante llamar a las cosas por su nombre", clamó ayer la exministra Leire Pajín, que le entregó el relevo a Mato hace apenas cinco días. El PSOE en bloque respondió como un resorte. Eduardo Madina, diputado por Vizcaya y secretario general del grupo socialista, calificó en Twitter de "vergüenza" las palabras de Mato y advirtió: "Ahí no se puede volver".

A este rifirrafe semántico-ideológico no ha sido ajena en los últimos años la Real Academia Española, que no admite la expresión "violencia de género", acuñada por la convención de la ONU sobre la mujer de 1995 y por la ley española en el 2004. Los académicos consideraron que el género masculino y femenino son categorías gramaticales que no deben confundirse con sexo masculino o femenino, que son categorías biológicas, y propusieron "violencia doméstica" (insuficiente, pues la violencia machista trasciende ese ámbito) o "violencia por razón de sexo". El libro de estilo de este periódico defiende la expresión "violencia machista".