El Parlamento europeo quiere aumentar en el 30% la dotación del próximo programa marco europeo de investigación Horizonte 2020, que es la principal fuente de financiación en I+D para multitud de grupos científicos y empresas, para evitar así que los 28 países de la Unión se queden rezagados en la lucha por la excelencia y la competitividad internacional. En caso de prosperar la iniciativa, el presupuesto para el periodo 2020-2026 sería de 100.000 millones de euros, frente a los 70.000 del programa aún en vigor, una inversión sin parangón en el mundo.

«Necesitamos el dinero para que nuestra investigación no se quede rezagada», argumentó ayer la eurodiputada Soledad Cabezón, del Grupo Socialista, que se encargó de elaborar y presentar la propuesta tras más de un año de negociaciones con administraciones, eurodiputados de otros grupos, sector industrial y científicos. Uno de los problemas, dijo, es que ahora solo logra financiación el 14% de los que la solicita.

Los investigadores de la Unión Europea juegan así en desventaja frente a los de Corea del Sur, Israel o Japón, países que destinan más del 3,5% de su producto interior bruto (PIB). La media comunitaria es del 2,03%, con España en el 1,2% y la mayoría de los miembros del antiguo bloque del Este situados por debajo del 1%. En la UE solo superan el 3%, y por los pelos, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Austria.

En cualquier caso, Cabezón asume que el dinero comunitario no lo arregla todo. Los 100.000 millones de euros deberían multiplicarse por tres para alcanzar la media comunitaria del 3% del PIB, una vieja aspiración que ya se puso sobre la mesa en el séptimo programa 2007-2013. «Todos los países miembros deben hacer más a título individual. Necesitamos combinar esfuerzos e implicar más a las propias empresas», insiste. El objetivo es que el 66% de la inversión europea en I+D en el 2026 proceda de manos privadas (en España ese porcentaje no llega actualmente al 45%).

El Parlamento Europeo espera que el noveno programa marco incentive la creación de un millón de empleos vinculados a la I+D. Según la propuesta de Cabezón, la salud y la agricultura en sentido amplio (alimentación saludable, conservación de los ecosistemas) deberían ser dos ámbitos de actuación prioritaria, mientras que la investigación militar debería quedar totalmente al margen.

Varios eurodiputados recordaron en el debate las incertidumbres del presupuesto tras la previsible marcha del Reino Unido, segundo mayor contribuyente del programa. No obstante, la eurodiputada española consideró que la ciencia británica podría seguir participando en el programa marco de la misma manera que lo hacen Israel o Suiza. España es el cuarto beneficiario del programa -tras Alemania, Reino Unido y Francia- y el quinto contribuyente.

Tras el preceptivo plazo de presentación de enmiendas, la Comisión de Industria y Energía del Parlamento Europeo debería aprobar la propuesta en el mes de mayo para que luego pueda ser votada en el pleno de junio. La Comisión Europea, que es quien tiene la última palabra, la adoptaría a finales de año.

La propuesta de Cabezón insiste en que hay que fomentar una distribución de los fondos más equitativa geográficamente. «Necesitamos más centros y más regiones excelentes. La concentración de cerebros debe ser evitada», destacó.