¿Hay alguien con vida allí? La pregunta la repetían con insistencia los equipos de rescate que habían conseguido abrirse paso, escarbando con las manos entre metros de nieve, hasta el hotel de Rigopiano, a más de 1.200 metros de altitud en la localidad de Farindola, en la cordillera de los Apeninos. El establecimiento fue sepultado por una avalancha de nieve provocada por los cuatro seísmos del miércoles y las casi cien réplicas que le siguieron. Las al menos 30 personas que lo ocupaban, entre huéspedes y empleados, quedaron allí atrapadas. Cuatro cadáveres han sido recuperados, dos personas, las que dieron la alerta, sobrevivieron. Las restantes siguen desaparecidas.

La tragedia ha sido la enésima en el centro de Italia, una zona que, desde el mes de agosto pasado, se ha convertido en objetivo predilecto de los terremotos. Muchos de los que antes eran unos sosegados burgos medievales, ayer aparecían nuevamente como escenarios de destrucción, azotados también por una ola de frío y nieve, cuyas últimas víctimas fueron precisamente algunos habitantes de la región y las personas que se encontraban en el hotel de Rigopiano.

La alarma de lo ocurrido la dieron el albañil Fabio Salzetta y el cocinero Giampiero Parete, quienes se salvaron de milagro. En el momento de la avalancha —ocurrida en la tarde del miércoles— se encontraban fuera del edificio, buscando algo en un coche, mientras que el resto se hallaba en el vestíbulo del hotel esperando poder abandonar el lugar tras los terremotos cuando los vehículos quitanieves despejaran la carretera.

«Ayuda, ayuda, ayuda. Ha habido una avalancha. Mi mujer y mis hijos están dentro. El hotel no está, ha desaparecido. Llama a todos», dijo Parete, en un mensaje enviado a un conocido, Quintino Marcella. «Nos estamos muriendo», añadió el hombre en un sucesivo SMS.

Según Marcella, no obstante, los socorristas tardaron en activarse y no fue hasta la madrugada de ayer cuando los primeros llegaron al lugar de los hechos. Bien entrado el día, solo pocas unidades del Rescate Alpino, de la Guardia de Finanzas y de los bomberos, habían podido llegar hata el lugar, a pie y utilizando los esquís. Y allí excavaban a mano, en lo que antaño había sido un hotel de cuatro estrellas, ahora cubierto hasta su tercer piso por una impresionante cantidad de nieve. «Por suerte, no ocurrió durante el fin de semana. El domingo había 200 personas (en el hotel)», fue el comentario de Ilario Lacchetta, alcalde Farindola.

Los nueve kilómetros de carretera para acceder al hotel desde Farindola se encontraban completamente bloqueados por la acumulación de nieve y la caída de varios árboles, lo que requirió varias horas antes de que ambulancias y quitanieves llegaran. «Hemos llamado a gritos pero nadie responde», afirmó uno de los socorristas en el interior del hotel. Horas antes, Parete y Salzetta habían sido evacuados al presentar síntomas de hipotermia.

CAOS EN LA REGIÓN / Estos hechos se sumaron a una generalizada situación de caos en la región, que también certificó el fallecimiento de otro hombre bajo los escombros de su establo en Castel Castagna, en los Abruzos, la región italiana más afectada junto con Las Marcas y Umbria por los temblores y el frío. Con la tierra temblando durante todo el día, las comunicaciones siguieron parcialmente interrumpidas y muchas carreteras cortadas. También se alertó de una estructura con 140 solicitantes de asilo y que ayer seguía aislada, sin luz y abastecimiento alimentario. «Los ciudadanos están muertos de miedo», dijo Antonio Tajani, flamante presidente del Parlamento Europeo y quien declaró que «hará todo lo posible» para que la UE envíe ayudas a Italia.

Aun así, una luz de esperanza la arrojó el rescate de un bebé y al menos otras diez personas en otras operaciones de salvamento en varios municipios de los Abruzos.