Es, posiblemente, la psiquiatra más jóven de España especializada en la atención de las personas que intentan o idean quitarse la vida: los suicidas. Aina Fernández Vidal (Palma de Mallorca, 1986) transmite calma y empatía, cualidades convenientes para quien debe hacerse cargo de pensamientos desesperanzados y refractarios a sugerencias vitales. Teme por el futuro psíquico de sus pacientes más despojados por la crisis, a los que identifica como población en riesgo de tomar desiciones drásticas. Ella investiga como pervenirlo.

-¿Cuál es el denominador común de quienes intentan darse muerte?

-El sufrimiento. Un sufrimiento psíquico insoportable que necesitan parar y no ven otra forma de hacerlo que acabando con su vida. A veces, si en el momento de hacerlo los frenas o contienes y no se dan muerte, es posible que media hora después vean distinta su situación.

-¿Tienen una actitud ambivalente?

-Totalmente. Por eso es efectivo detenerlos cuando van a consumar el suicidio. En ese momento, su objetivo es acabar con el sufrimiento. Aunque muchos, un 50%, lo vuelvan a intentar pasado un tiempo.

-Evitar un suicidio no es garantía de que no se reintente.

-No siempre. La idea puede volver.Un 40% de las personas que completan su suicidio y mueren ya lo había intentado antes. Pero un 60%, no. Por eso es tan importante incluir en los planes de tratamiento no solo a quienes han tratado de suicidarse sino también a los que manifiestan ideas de hacerlo. Nuestro programa de prevención, en el Sant Pau, incluye a ambos colectivos. Alguien dijo que el suicidio es una solución permanente para un problema temporal, y muchas veces es así.

-¿Explica esto a sus pacientes?

-Sí, claro. Muchas veces, si la situación es crítica, incluso les llegamos a plantear cosas como '¿Te ves capaz de dejarlo para la semana que viene?', 'Lo podríamos pactar?'

-En los años centrales de la crisis económica se informó de que las cifras por suicidio mantenían una tendencia al alza en España. ¿Sigue?

-La tendencia se ha mantenido y las cifras de suicidios han aumentado, sobre todo entre las mujeres de 40 a 49 años. El 2014 [último registro oficial] la cifra de mujeres que se dieron muerte en España fue la más alta de la historia reciente. Entre ambos sexos, hubo 3.910 suicidios ese año, casi un millar más que en el 2010.

-¿Qué explica esa tendencia?

-Son los despojos de la crisis. La mayoría de los suicidios, hasta un 90%, los consuman personas que sufrían un trastorno mental de base -depresión profunda, esquizofrenia o trastorno bipolar, entre ellos-, pero el resto está muy influido por lo que denominamos estrés ambiental, que son las situaciones de su vida.

-Que incluye a personas sin problemas mentales previos.

-Eso es. En estos años postcrisis nos llegan familias que estaban en una situación de clase social mediana, que se están yendo a niveles socioeconómicos cada vez más bajos, y eso les está afectando muchísimo. Lo vemos en los pacientes que llegan a las consultas diarias.

-¿Qué es lo que ven?

-Personas que se quedaron sin trabajo y han sobrevivido durante los dos últimos años con el subsidio del paro, pero que ahora se les ha acabado y, de pronto, caen. Muchas veces, eso se une a problemas sentimentales debidos a la mala situación económica, que incluyen el cuidado de los hijos o la pérdida de la vivienda.

-Una circunstancia histórica difícil.

-Creo que el momento social en que estamos propicia tomar decisiones drásticas sobre la vida. Y no se sabe qué nos deparará el futuro. La parte más desposeída de la sociedad, la más baja, no tiene recursos ni esperanza de poder tenerlos.

-No confían en mejorar.

-Nada. Sufren una desesperanza absoluta ante el futuro y, sobre todo, están sufriendo. Esas personas han consumido todas las ayudas y ya no les quedan apoyos por los que luchar. Esa situación explica un pequeño pero significativo porcentaje de suicidios que ocurren en Cataluña y el resto de España: el de las personas que sin tener una patología mental de base optan por quitarse la vida para dejar de sufrir.

-¿También entre los jóvenes?

-El suicidio sigue siendo la primera causa de muerte entre los jóvenes.

-¿Existe un desencadenante clave?

-Una ruptura sentimental. Problemas sentimentales. Ese puede ser el empujón final. A cualquier edad, pero especialmente, entre los jóvenes. La ruptura de la pareja es un motivo predominante que desencadena el suicidio. La mayoría de los que lo completan, son hombres. Más mujeres, de todas las edades, lo intentan.

-Al hopital llegan las personas que lo han intentado.

-O que lo han ideado. Cuando estamos de guardia, este es el motivo de demanda psiquiátrica que más atendemos. De alguna forma, esas personas han pedido ayuda y alguien, o su familia o su médico del CAP, han detectado que existe riesgo de suicidio y nos los envían.

-Da gran importancia a idearlo.

-Sí. Cualquier situación en que una persona ha verbalizado o intentado matarse debe ser atendida. Quien lo dice, lo dice en serio. Es falso que se hable de esto sin pretender hacerlo de verdad. Un 75% de las personas que consuman su suicidio habían pedido ayuda, lo habían expresado.

-¿Esas peticiones de ayuda llegan a través se comentarios?

-Que hay que atender siempre. Es importantísimo. Cualquier comentario sobre el deseo de quitarse la vida expresa un sufrimiento que debe ser atendido. Los médicos, tanto de los CAP como los psiquiatras, siempre deberían preguntar a los pacientes que ven hundidos si piensan o han pensado alguna vez en el suicidio. En los CAP, lo hacen muchas veces, pero no siempre tienen tiempo para hablar calmadamente con sus pacientes sobre este tema.

-¿Cómo abordan este asunto?

-Creando una situación de cercanía, nunca en la primera pregunta. Cuando has creado un ambiente de cierta intimidad y confianza, entonces, puedes preguntar si alguna vez han pensado que ya no vale la pena vivir. O si han pensado en acabar definitivamente con todo esto y han ideado incluso cómo hacerlo. Si lo han planificado. Cosas concretas. A más planificación, más riesgo.

-¿Suelen responder con la verdad?

-Sí. Aquí, es muy importante averiguar si en los momentos de angustia consumen alcohol. El alcohol desinhibe y facilita que se lleve a cabo el suicidio. Se vuelven más impulsivos. Pierden el miedo. Y lo hacen.

-¿Qué tipo de frases deberían ser tenidas en cuenta?

-Comentarios a veces de pasada y sin mucho énfasis, de tipo de «si ya no estuviera aquí, no me importaría». Luego, la familia nos explica que la semana anterior a la muerte había dicho algo así. O que hablaba de que todo se iba a acabar. Esas frases siempre reflejan la verdad. Surgen del sufrimiento.

-¿El método más frecuente?

-Ahorcarse es el método más habitual en España para darse muerte. A gran distancia del resto. Si separamos por sexos, el ahorcamiento es el principal método entre los hombres. Las mujeres optan más por lanzarse al vacío desde edificios altos.

-¿Los familiares consiguen saber que algo le pasa a esa persona?

-Ven algo, saben que está mal, pero no son conscientes de la gravedad. Te dicen que veían que estaba más triste de lo habitual. Es muy difícil que puedan calibrar y adelantarse. Es imprevisible. No pueden controlar. La solución para ellos es consultarnos, o llevar a su familiar ante un profesional. Pero a la familia le cuesta mucho dar este paso.

-¿Por qué?

-Porque existe la idea errónea de que si comentas este tipo de cosas con algún familiar ocurrirá lo que te temías. También se dice que las noticias sobre suicidios aumentan las cifras de autolesión mortal. Todos eso es falso. Yo creo que hablar desde el respeto y la seriedad siempre es positivo. Y puede ser de ayuda.

-¿Las familias se sienten culpables?

-Sí. La culpa está siempre, es muy difícil disuadirlos. Es una situación de gran sufrimiento, con distinta intensidad. Muchas familias supervivientes siguen ocultandolo.

-Usted los llama supervivientes.

-Lo son. Arrastran esto durante muchos años. Los tratamos en un programa específico. Su duelo es muy largo. Algunos, hasta un 20%, acaban pasando al otro programa: intentan quitarse la vida.