La exploración espacial y la búsqueda de vida fuera de nuestro sistema solar acaban de dar un paso de gigante. La NASA y un artículo en Nature hicieron público ayer uno de los descubrimientos más emocionantes de los últimos años, un sistema de siete exoplanetas que son similares en tamaño y masa a la Tierra y que orbitan alrededor de una estrella también similar a nuestro Sol y que potencialmente podrían albergar agua y otras moléculas necesarias para sostener formas de vida.

Situado a 39 años luz, en la constelación de Acuario, este sistema está al alcance de la observación de los potentes telescopios que han ayudado a descubrirlo. Y eso, unido al avance en las tecnologías, lo convierten en un «laboratorio ideal» para el estudio de sus atmósferas.

Esas posibilidades despiertan un entusiasmo que personificó Thomas Zurbuchen, uno de los responsables de la NASA, en la rueda de prensa del anuncio. «El descubrimiento nos da una pista de que la cuestión ya no es si encontraremos una segunda Tierra, sino cuándo», aseguró.

CIENCIA Y SUERTE / Ya en mayo pasado, un equipo liderado por el astrónomo Michael Gillon, de la Universidad de Lieja (Bélgica), dio a conocer la posible existencia de tres exoplanetas que orbitaban alrededor de Trappist-1, una de las conocidas como «estrellas enanas», que tiene una décima parte del tamaño de nuestro Sol y es poco más grande que Júpiter, es mucho más fría y emite una luz 2.000 veces más tenue.

Pero gracias en parte a un golpe de suerte en sus observaciones de las sombras que ese trío de planetas proyectaban en Trappist-1 (en las que telescopios terrestres en la isla de La Palma, Chile, Sudáfrica, Marruecos y Estados Unidos se sumaron a las del telescopio espacial Spitzer) se descubrió que ese sistema estaba compuesto por los siete planetas presentados ayer.

Los siete tienen tamaños y masas similares a los de la Tierra y aunque su estrella es más pequeñita y fría, sus cercanas órbitas -mucho más compactas que las de nuestro sistema solar y con las que tardan en rodear su estrella entre día y medio y 20 días- les permitirían recibir la energía necesaria como para que se crea posible que alberguen agua, un elemento clave para considerar la posibilidad de vida junto a otras moléculas como el metano, el oxígeno o el dióxido de carbono. Tres de los planetas están en lo que se llama «zona habitable», aunque el potencial de vida se considera para los siete.

Aunque Nikole Lewis, especialista en exoplanetas y telescopios, recordó en la rueda de prensa que «no hay confirmación de que haya agua y hará falta mucha observación», también apuntó a que gracias al trabajo de ingenios espaciales como el Hubble, el Spitzer o el James Webber (que se lanza el año que viene) podrían obtenerse progresos en cinco años.

LA PRÓXIMA DÉCADA / El martes, en una sesión informativa, Amaury Triaud, astrónomo de Cambridge, ya había avanzado que se podrán «estudiar los climas y la composición química de las atmósferas. En unos años sabremos mucho más de esos planetas y, con esperanza, en la próxima década sabremos si hay vida», añadió.

En los últimos años se habían ido acumulando pruebas de que entre los 3.400 exoplanetas descubiertos hasta ahora en la galaxia abundan los que tienen un tamaño similar a la Tierra. Pero este último hallazgo apunta, según los expertos, a que este tipo de planetas son más comunes incluso de lo que se pensaba.