La sanidad pública andaluza ha logrado reducir más de un 15% el consumo de antibióticos desde que en el 2014 implantó el programa Pirasoa, pionero en España y que promueve un uso apropiado de estos medicamentos para evitar sus daños colaterales y el aumento de las resistencias bacterianas. Este recorte ha sido del 17% en los antibióticos prescritos en atención primaria y del 16% en los hospitales, según asegeuró ayer la consejera de Salud, Marina Álvarez.

La consejera recordó que el aumento de las resistencias bacterianas es «un problema sanitario de una magnitud mundial» y valoró que el programa Pirasoa, que dirige el doctor José Miguel Cisneros, haya sido reconocido por la Unión Europa y acumule galardones internacionales, nacionales y autonómicos. Álvarez afirmó que este programa ha reducido el consumo de los antibióticos «con mayor impacto ecológico», ha fomentado el de los medicamentos «más eficaces» y, además, ha permitido un ahorro de 7,8 millones de euros para la sanidad pública andaluza: 5,1, en la atención primaria y los 2,7 millones restantes en hospitales.

El doctor Cisneros advirtió de que España es el país del mundo con un mayor consumo de antibióticos y uno de los primeros en cuanto a problemas de resistencias bacterianas, por cuestiones culturales y por falta de información. Su recomendación es no tomar antibióticos sin receta médica y seguir estrictamente el tratamiento prescrito y apeló a la «responsabilidad individual» porque el mal uso de este medicamento «aumenta la resistencia a las bacterias».

El programa Pirasoa ha reducido el consumo de antibióticos hasta las 16,4 dosis por cada 1.000 habitantes en Andalucía a mediados de este año, frente a las 22 que existían cuando comenzó, en 2014, y prevé bajar en 2020 hasta las 14,4 dosis por mil habitantes que se prescriben en países como Alemania. Para Cisneros, «el éxito» de este programa se basa en la implicación de los profesionales, que se evidencia en que ya se hayan formado 638 facultativos específicamente en esta materia, otros 6.070 hayan seguido cursos de formación y se hayan atendido más de 60.000 asesorías clínicas.

Cisneros ha recordado que el «abuso» del antibiótico y del consiguiente aumento de las resistencia bacterianas fue favorecido por «la tormenta perfecta» de la última década del pasado siglo, cuando algunos científicos anunciaban el final de las bacterias por la continúa aparición de nuevos antibióticos, lo que disparó la prescripción y mermó la investigación.