La próxima vez que alguien te diga que no seas malhablado o que midas tus palabras, puedes mandarle a la mierda. Literalmente. Desde pequeños aprendemos que no se dicen palabrotas, algo en lo que los padres hacen especial hincapié, con frases como "te voy a lavar la boca con jabón". Pero un nuevo estudio, realizado de forma conjunta por científicos de la Universidad de Maastricht, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Cambridge podría dar al traste con esta norma de conducta, puesto que sostiene que las personas que dicen palabrotas parecen más sinceras y honestas.

Según este artículo, publicado en la revista 'Social Psychological and Personality Science', hay una conexión entre la sinceridad y las malas palabras: quien utiliza de forma habitual palabras malsonantes no usa filtros de lenguaje y dice lo que piensa de forma directa y auténtica. Y en malas palabras se incluye el lenguaje obsceno, palabras tabú y juramentos.

VERACIDAD Y VOCABLOS MALSONANTES

La primera parte de las tres de las que constó el estudio preguntaba de forma directa a 276 personas cuántas palabrotas decían y cuan honestos eran en diferentes situaciones. De esta forma, llegaron a la conclusión de que las más sinceras eran también las que más palabrotas decían.

En una segunda investigación, se analizaron las actualizaciones de estado de más de 73.000 usuarios de Facebook: aquellos que utilizaban más palabrotas presentaban historias con mayor exactitud y con señales de veracidad evidentes. Para medir la honestidad utilizaron investigaciones anteriores, que concluyeron que los mentirosos prefieren usar pronombres de tercera persona en vez de primera, así como palabras y expresiones de cariz negativo.

Finalmente, los expertos estudiaron la forma en que la sociedad ve a las personas que utilizan vocablos malsonantes, comparando los índices de cada estado de Estados Unidos gracias a un programa informático y con datos recogidos en la Investigación de la Integridad de Estados Unidos del 2012, llegando a la conclusión de que los estados que tuvieron el mayor porcentaje de malas palabras también tuvieron un mayor índice de integridad.