"Abrir fronteras, abrir fronteras". Este es el grito más escuchado en los campos de refugiados de Grecia. Aquí, en Chíos hay casi 3.000 hacinados en tres campos. Algunos como éste, improvisado en mitad de la ciudad y sin duchas. Pero este otro, por ejemplo, militarizado, con concertinas. Asociaciones como Zaporeak cocinan 1.600 raciones diarias. Y lo consiguen gracias a los voluntarios. Un trabajo muy duro, pero a la vez, muy gratificante. Junto a ellos, también colabora Salvamento Marítimo Humanitario.

Como estos, con lo poco que les queda de sus vidas a cuestas. Y entre ellos, muchos niños solos y desamparados. Cada vez están más cansados de esta situación. Y es que muchos llevan semanas o meses viviendo de la caridad, durmiendo en el suelo y sin tener ninguna respuesta a sus preguntas. Por eso, un grupo de 18 personas lleva ya más de 10 días en huelga de hambre. Familias enteras, hombres, mujeres, niños en busca de un sueño que se ha convertido en una pesadilla. Pero no pierden la esperanza de encontrar un futuro que reconstruya sus vidas. Entre todos lo podremos hacer posible.