La Xylella fastidiosa, el llamado ébola de los olivos por la virulencia con la que ha atacado a esta especie en Italia, está en la península Ibérica y, aunque de momento solo se ha detectado en almendros en la provincia de Alicante, se asume ya que será imposible erradicar la bacteria. Por eso los expertos esbozan un plan a corto, medio y largo plazo para llegar a convivir con ella como se hace con otras plagas, primero disminuyendo al máximo sus efectos y más adelante logrando esquivarlos.

Pero, en el mejor de los casos, se tardará cerca de una década en llegar a una situación de equilibrio, y más tiempo aún en que estén preparados los medios que permitirían evitar sus desastrosos efectos. «Es difícil saber cuánto puede tardar en llegarse a una situación de equilibrio. Si pasa lo mismo que en California y no llega un vector más eficiente que el que tenemos, podemos estar hablando de por lo menos diez años hasta que podamos frenarla», explica Alberto Fereres, miembro del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y uno de los expertos que participó ayer en un simposio sobre la Xylella organizado por la Consejería de Agricultura de la Generalitat valenciana.

Fereres admite que ese es el escenario ideal y que no pueden descartarse otros muchos peores. «Es fácil que con el comercio internacional que hay lleguen vectores y plantas infectadas», afirma. La mayoría de expertos coincide ya en que ese es el origen de la plaga y que por ese camino podría complicarse aún más. «Casi todos los investigadores estamos de acuerdo en que ha llegado en plantas ornamentales tipo café u otras para jardines de la zona de Centroamérica, lo que no quiere decir siempre que sea Costa Rica, puede ser Nicaragua u Honduras», apunta.

EL RIESGO DE LOS INSECTOS / «Por ahora controlar al vector es la única manera de frenar las incidencias, no de eliminarla. Es lo que se usa en países en los que esta enfermedad lleva muchos años, como en EEUU», recalca. En Europa, el principal enemigo es el Philaenus spumarius, un pequeño insecto que puede adoptar diferentes formas. Pero no se descarta que haya otros que también ejerzan de transmisores. Entre otros, uno que podría ser especialmente peligroso por lo común que es, y que no es otro que las cigarras.

Fereres destaca que el mejor momento para luchar contra el Philaenus es cuando está en las ninfas, una especie de espuma que se produce entre marzo y abril tras eclosionar los huevos y de la que luego saldrán los adultos. Se encuentra en la flora herbácea, es decir, en las pequeñas plantas bajo los árboles o en caminos o muros cercanos. «Se puede hacer algún tipo de labor para enterrarlas en el suelo, buscar enemigos naturales o métodos de control químico; sobre las ninfas se deberían centrar los esfuerzos», explica. Porque después, el contagio de los árboles se produce en minutos.