La Organización Internacional para la Migración (OIM) ha puesto número al abrupto aumento de muertos en la fosa sin fin que es el mar Mediterráneo para los miles de refugiados e inmigrantes que tratan de alcanzar la Unión Europea en una apuesta por huir de la guerra, la violencia, la miseria o, simplemente, en busca de una vida más digna. Las muertes de estos inmigrantes y refugiados han aumentado en un 23% durante la primera mitad de 2016, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Si se realiza la comparativa entre el presente año y el 2014, el aumento de los fallecimientos es del 52%.

«El Mediterráneo sigue ganando a otras regiones del mundo en cuanto a número de gente registrada como muerta o desaparecida durante el proceso migratorio», afirma el director del Centro de Análisis de Datos de Migración Global de la OIM, Frank Laczko. «De las muertes registradas desde enero hasta junio de 2016, el 78% (2.901) fueron en el Mediterráneo», apunta. En los primeros seis meses de este año, ha muerto 1 de cada 24 inmigrantes y refugiados que ha intentado cruzar la ruta central del Mediterráneo (la que va de Libia a Italia), mientras que la cifra es de 1 de cada 400 cuando se trata del mar Egeo.

VIAJE MÁS LARGO

Según la OIM, «el alto índice de muertes en el Mediterráneo central en comparación con otras rutas se debe a dos factores: el viaje por mar notablemente más largo y estrategias de contrabando más peligrosas».

Este diario pudo comprobar recientemente las condiciones precarísimas en las que inmigrantes y refugiados se lanzan al mar: en embarcaciones sobrecargadas, sin material de salvamento, sin noción alguna de navegación o de supervivencia en el mar y desconociendo la duración de la peligrosa y larga travesía que separa las costas libias de las de Italia.

«El aumento (de la cifra de muertes) -admite la OIM- puede atribuirse de manera parcial a la mejoría de recolección de datos. Sin embargo, también dice mucho del nivel de riesgo asociado con intentar migrar por medios irregulares a través de fronteras internacionales en el 2016, así como sobre la desesperación que empuja a la gente a emprender esos viajes», añade Laczko.