La tragedia del castillo inflable de Caldes de Malavella (La Selva), en la que el pasado domingo perdió la vida una niña de 6 años, ha mostrado por primera vez el peligro que entrañan unas atracciones que abundan en ferias, restaurantes y en fiestas particulares.

En Caldes hay más restaurantes que tienen -o han tenido- castillo hinchable y tampoco han solicitado -o solicitaron- la licencia municipal obligatoria para que se pudieran divertir en ellos los hijos de los clientes. Pero el caso de este pueblo no es aislado. Y seguramente pondrá las pilas al resto de municipios, en los que la lógica indica que la situación de alegalidad de estas atracciones es algo tan frecuente como lo era en Caldes.

El restaurante Mas Oller, donde sucedió la tragedia del pasado domingo, no tenía licencia. El artículo 39 del reglamento de espectáculos de la Generalitat establece que los dueños del restaurante tenían la obligación de notificar formalmente al ayuntamiento que tenían esa atracción. Y la obligación del consistorio era enviar al establecimiento a un técnico municipal para que revisara el punto en el que iba a ser instalada y las características del castillo. Nada de esto había ocurrido. El ayuntamiento, por su parte, conocía la existencia de la atracción, dado que este no era el primer hinchable que se instalaba allí (antes había una ballena), pero tampoco reclamó nada porque no estaba al corriente de la normativa, como tampoco lo estaba el dueño de Mas Oller.

El propio conseller de Interior, Jordi Jané, ha llamado la atención sobre este hecho -la laxitud de propietarios y consistorios ante la existencia de estos castillos inofensivos hasta hace dos días- para que se regulen adecuadamente. «Un restaurante es un recinto privado, pero está abierto al público», ha recordado el conseller. Interior ha abierto un expediente administrativo para esclarecer los hechos.

Anoche, los cinco niños que sufrieron heridas más leves se recuperaban favorablemente en el hospital Josep Trueta de Girona. El pequeño que resultó herido más grave también se hallaba fuera de peligro, aunque le quedan por delante tres intervenciones quirúrgicas.

«De repente, vi que el castillo salía disparado hacia arriba y el motor cayó junto a nosotros», relató uno de los comensales que se hallaban en Mas Oller. Otro, Pere Oliveres, describió que oyó «un estruendo» y acto seguido vio elevarse la atracción. En lo que coincidieron todos es en que una fuerte ventada invadió la terraza (quizá la del aire que salió repentinamente del inflable) y que el castillo, tras volar unos siete metros sobre el suelo, se deshinchó y cayó sobre el tejado del restaurante, a 25 metros de distancia.

INVESTIGACIÓN / Por ahora, sin embargo, se desconocen las causas por las que el hinchable emprendió un vuelo que lanzó a cinco niños contra el césped y a otros dos -la niña fallecida y el herido más grave, un niño de 9 años- contra el cemento de la terraza. La hipótesis de que un golpe de viento soplara repentinamente y lo levantara está casi descartada por los Mossos d’Esquadra, que son los encargados de investigar el suceso.

Los dos anclajes que sujetaban el castillo -había cuatro más que no se usaron- se quedaron donde estaban: los clavos bajo el suelo, las anillas en la superficie y, anudadas a estas, dos cuerdas rotas que se rompieron con el tirón que elevó el castillo.

La unidad científica de los Mossos examinará el tejido de la atracción (para tratar de deducir de dónde provino la fuerza que lo levantó), el compresor de hélices helicoidales que insuflaba aire y las válvulas que expulsan el aire sobrante. Una de las hipótesis es que este sistema falló y la presión en el interior aumentó hasta que se expulsó de golpe, propulsando el castillo.