Carlos Duarte derrocha entusiasmo pese a las marcas de cansancio que le surcan el rostro. Es mediodía del jueves pasado y el buque oceanográfico de la Armada Hespérides acaba de culminar la mayor misión de investigación marina de la historia de España. Mientras muestra las dependencias del Hespérides a unos amigos que han ido a recibirle a la base de la Armada en Cartagena, Duarte, profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director de la Expedición Malaspina, no deja de hablar del "valioso tesoro" que la nave trae en sus bodegas, extraído de los abismos de los océanos Atlántico, Indico y Pacífico.

-- ¿Misión cumplida?

-- "La Expedición Malaspina ha cumplido con creces sus objetivos. Hemos recogido 120.000 muestras de agua, aire y plancton, muchas más que las 70.000 que habíamos proyectado recoger. Pero aquí no termina el trabajo. La tarea continúa en tierra. Ahora hay que secuenciar y analizar esas muestras, una tarea que llevará algunos años hasta obtener resultados".

--En palabras del presidente del CSIC, Rafael Rodrigo, "ahora viene lo mejor". ¿Qué espera de esos análisis?

--"Lo que traemos en las bodegas del Hespérides es un auténtico tesoro. En el siglo XVIII, la expedición del navegante Alejandro Malaspina -que da nombre a la que acaba de concluir el Hespérides- trajo de vuelta a España unos ocho millones de pesos, una suma que suponía una quinta parte de los recursos del Banco de San Carlos en la época. El tesoro que trae el Hespérides no es de menor valía. Es la mayor colección existente de muestras del océano profundo. Vienen ultracongeladas a 80 grados bajo cero. Una vez secuenciadas, obtendremos el mapa genómico más completo de los océanos. La gran mayoría de los estudios científicos, como los de John Graig Venter -investigador y empresario estadounidense, y uno de los padres del genoma humano- se limitan a las aguas de las capas superficiales, es decir, hasta unos 200 metros de profundidad. Nuestro trabajo comprende desde la superficie hasta más de 4.000 metros de profundidad. Se trata del primer estudio completo de las zonas profundas de los océanos".

--¿Cuál será su utilidad?

--"Evaluar con precisión el impacto del cambio global en los océanos y en su biodiversidad. Y contribuir a la búsqueda de nuevas fuentes de energía, de fármacos y aplicaciones en biomedicina, y de recursos alimentarios".

--¿No trae ningún hallazgo positivo?

--"Sí. Hemos encontrado a 4.000 metros de profundidad fitoplancton vivo y viable. Allí, sin luz para la función fotosintética, las algas unicelulares no pueden crecer, pero sí viven, cosa que se desconocía. Esto indica que la velocidad de transferencia desde las zonas superficiales iluminadas hasta las profundidades es mucho más alta de lo que creíamos. Y, por tanto, que la capacidad del fitoplancton para atrapar CO2, pese a la amenaza de la radiación ultravioleta, es más efectiva".

--¿Qué nivel internacional tiene la oceanografía española en este momento, tras la expedición Malaspina?

--"España es una potencia en investigación oceanográfica. El problema, hasta ahora, es que los equipos de investigación son pequeños y no actúan de manera coordinada. Tradicionalmente, en España ha podido más la individualidad que la comunidad científicas. Hay muchos institutos y grupos diminutos compitiendo entre sí en vez de colaborar en pos de objetivos comunes y más ambiciosos. La Expedición Malaspina servirá para invertir esta tendencia: ha demostrado las ventajas de agrupar equipos y esfuerzos, no solo españoles, sino también de otros países".