El monólogo sobre gitanos que el humorista gallego Rober Bodegas grabó hace años para un canal de televisión ha reabierto el debate sobre los límites del humor y la libertad de expresión. Asociaciones de gitanos han recriminado y denunciado al cómico por el "racismo" de sus palabras, que han levantado un auténtico polvorín -a favor y en contra- en las redes sociales. Finalmente, y tras recibir 400 amenazas de muerte por parte de "personas ofendidas", Bodegas ha pedido disculpas y ha solicitado al canal que retire el vídeo. Hablamos con el crítico y profesor Jordi Costa (autor de ‘Cómo acabar con la contracultura’) y el guionista Diego San José ('Fe de etarras', 'Ocho apellidos vascos', 'Superlópez'). Y sus opiniones difieren bastante.

Jordi Costa: “El monólogo de Bodegas me repugna”

-¿Dónde están los límites del humor?

-En ningún sitio.

-¿Nos podemos reír de todo?

-Sí. No hay que poner límites ni al humor ni a la ficción ni al arte ni a nada. Pero en el caso de un monólogo cómico no estaría de más que el humorista se fijara en quién le ríe las gracias. El contraplano del monólogo de Bodegas me parece estremecedor: chicos blancos de clase media alta que se descojonan del chiste racista dirigido a los gitanos. Igual te tienes que preguntar qué estás haciendo con tu monólogo, ¿no? Argumentar que eso es incorrección política me parece un serio problema de autopercepción.

-¿Por qué?

-Porque no es incorrección política. Lo que estás haciendo es perpetuar un discurso de poder y de exclusión que, por supuesto, puedes formular. Pero tienes que aceptar que haya una parte de tu público que te diga que eres facha y racista. Si te consideras progresista y has formulado esos chistes, quizá tendrías que hacértelo mirar.

-¿A usted qué le parecen?

-El monólogo de Bodegas me repugna. Pero no puedo prohibir que exista. Él formuló ese monólogo en un canal de televisión de una manera profesional y recibió dinero por ello. Nadie le cortó el mensaje. Ese monólogo fue recibido por un público normal, estremecedoramente normal. No provocó incomodidad en su audiencia, todos esos jóvenes de clase media acomodada se ríen mucho de esos chistes. Lo que ocurre es que esa actuación pone en evidencia que la gitanofobia y el racismo, tristemente, está muy enraizada en nuestra sociedad. Con ese monólogo, él no está cuestionando el racismo, lo está alimentado. La incorrección política es poner en cuestión valores dominantes dentro de una comunidad. Él lo que está haciendo es reforzar esos valores, no los cuestiona. Está reafirmado que nos riamos de los gitanos. ¿Cuándo es la última vez que en EEUU un humorista hizo un chiste de negros comiendo sandía?

-Ni idea.

-Pues probablemente hace décadas.

-Pero, a ver, nos seguimos riendo de todo, ¿no? Negros, cojos…

-¿Quién se ríe de los negros y de los cojos? ¿Tú? Yo no. A mí no me hacen gracia los cojos por ser cojos. Recuerdo una época en la que se fumaba en los aviones. ¿A que ahora te parece intolerable? El chiste de Martes y Trece de 'mi marido me pega' sería hoy intolerable. Claro que Millán Salcedo lo puede volver a hacer, pero el público tiene la libertad de expresión para decirle que es indecente. En el caso de Bodegas, la comunidad gitana ha reaccionado, ha tomado el espacio público para decir que les repele. Eso es lo positivo y revolucionario.

-También le han amenazado de muerte.

-Las amenazas no son legítimas ni defendibles nunca. Ni para quien emite un chiste homófobo ni quien para pone un lazo amarillo o para quien lo quita. Pero me repele que Bodegas diga que se limita la libertad de expresión.

-Hombre, han retirado el vídeo.

-¿Y? Es como si enciendes un cigarro en un avión, te dirán que lo apagues. Lo ha retirado porque se ha asustado. El canal no le ha exigido que lo retire. Ni el Gobierno tampoco. Fíjate en los mensajes de apoyo que tiene en las redes sociales. Hay mucho racista apoyándole.

-Pero eso no es su problema.

-No, pero es una mecha que él enciende. Si Sarah Silverman [cómica y actriz estadounidense] sale a un escenario y ve que solo la aplauden maltratadores probablemente se preguntará qué está haciendo con su vida. Lo que ella hace incomoda al público, que se cuestiona cosas. El chiste de Bodegas es el mismo que haría Arévalo. Eso sí, disfrazado de urbanista hipster. Pero es lo mismo.

Diego San José: "Por encima de todo está la libertad de expresión"

-¿Qué le parece toda la polémica del caso Bodegas?

-Brutal. Me entristece mucho.

-¿A usted le hacen gracia los chistes de gitanos?

-Pues según el chiste. No depende del tema sino de la ejecución y el ejemplo concreto. Lo que nunca me ha pasado es ofenderme por un chiste. Recordemos que hablamos de humor, no de una afirmación moral ni de un dato contundente ni de la opinión de una persona. Un cómico, y más cuando está en un escenario, puede soltar un chiste y no pensar en absoluto lo que está diciendo. Lo que hace es una exageración que lleva al público a darse cuenta de lo absurdo de sus palabras. Si uno pierde la capacidad lectora de olvidarse de que lo que escucha no es literal pues claro que te puede ofender. Pero eso no es un problema del cómico sino de que tú no estás jugando en su código. Dicho lo cual, un cómico puede meter la pata. El hecho de ser cómico no te exime de la responsabilidad de ser un cuñao. El cómico puede ser tan gilipollas como cualquier ciudadano de a pie, sin duda. Pero no es comparable que un cómico meta la pata con que alguien le amenace de muerte. En ese caso, defenderé siempre al cómico que ha metido la pata. Por cada vez que un humorista mete la mata en otras 20 ocasiones nos ha llevado a momentos maravillosos.

-¿Cree que Bodegas ha metido la pata?

-A ver, si hacemos lo que se hace ahora, que es extraer los tres chistes de su contexto, pues es normal que te ofendas. Ahora bien, vayamos al contexto, él sí se estaba riendo de los poderosos, los de arriba. En este caso, de algunos ejecutivos televisivos que no quieren hacer un tipo de humor para evitarse problemas. Ese contexto es tan importante como el chiste en sí. Si somos tramposos y queremos que linchen a Bodegas, entonces sacamos solo los tres chistes y dejamos fuera todo lo demás. Creo que lo que él busca no es ridiculizar a una etnia. Aunque, ojo, tenemos derecho a criticar actitudes de una comunidad por muy sagradas que sean. Que alguien se ofenda no le da la razón.

-Usted se ha reído del terrorismo etarra. ¿En algún momento se ha autocensurado?

-No, y eso que ETA estaba en activo, pero no existía Twitter. Qué peligro dan los linchamientos en los que miles de personas, sin ningún tipo de debate, deciden ir a por ti. Bodegas se ha disculpado, pero las disculpas no han valido. Quieren acabar con él. Me da rabia que defender a una minoría consista en tumbar chistes en su contra cuando tienes todo el año para defender a esa minoría. Ahora resulta que el humor es el enemigo. No es que critiquen tu chiste, es que quieren que tu chiste no exista. Cuando se debate entre la libertad de expresión y el linchamiento -o la censura- me entristece y se me saltan las alarmas.

-Póngase en la piel de Bodegas. ¿Qué hubiera hecho usted?

-Lo mismo. Soy cobarde, así que si me amenazan de muerte pido perdón y retiro el chiste. Pero, visto desde fuera, creo que es un fracaso quitar el vídeo. Si decretamos que un linchamiento implique que el cómico retire su actuación hemos perdido. Es un precedente según el cual estamos acabados. No conozco mucho a Bodegas, pero nos toca hacer piña y poner por encima de todo la libertad de expresión, más cuando se trata de humor. Teniendo en cuenta, claro está, que los límites del humor están legislados en el código penal, como todo. Por cierto, ¿por qué nunca se hablan de los límites del drama? Parece que los cómicos son el último mono, los más fáciles de linchar.

-Le veo dolido.

-Sí, pero quiero dejar un mensaje optimista: me alegro de que el chiste sea el enemigo de la sociedad actual. En la época de mis padres no se hubieran fijado tanto en el humor. Había preocupaciones más graves: no había libertad de expresión.