Señores con sombrero y citas en callejones. Dos o tres disparos con silenciador. Maniobras orquestadas en la oscuridad. Son todos lugares comunes del 'thriller' de guerra fría, un subgénero que recibe una buena patada en 'Atómica', cruce de cine de espionaje y acción espectacular pero realista que llega este viernes a nuestra cartelera.

La película arranca con Lorraine Broughton, la agente del MI6 que encarna Charlize Theron, declarando ante sus superiores sobre una misión que ha salido mal. Elementos familiares en una intriga sobre las reverberaciones de la guerra fría: choque de ingenios, miradas curtidas, algún secreto latente… Pero todo cambia cuando la acción retrocede al momento en que Broughton fue enviada a Berlín para investigar el asesinato de un colega y tratar de hacerse con la Lista, un documento (un MacGuffin de toda la vida) con los nombres de todos los espías que trabajan en la ciudad. Suena 'Cat people (Putting out the fire)' de David Bowie, en toda una declaración de intenciones: Broughton/Theron viene a apagar fuegos con fuego.

Con el primer paseo de Lorraine por el Berlín de finales del 89, poco antes de caer el Muro, queda claro que esto no será el habitual 'thriller' de guerra fría. David Leitch, codirector con Chad Stahelski (aunque el primero no apareciera acreditado por la oposición del Sindicato de Directores de Estados Unidos a la codirección) de la primera parte de 'John Wick', no quiere hacer una película atmosférica sino, digamos, rock’n’roll. Otra apuesta personal por la acción mano-a-mano y a ras de suelo, en parte por las limitaciones de un proyecto con una octava parte del presupuesto de la anterior película de Theron, 'Fast & furious 8' (25 millones de euros contra 210).

'Set pieces' de vértigo

La base es una novela gráfica, 'La ciudad más fría', de Antony Johnston y Sam Hart, pero cualquier parecido es casi coincidencia. Al blanco y negro del tebeo se añaden tonos de neón que harán levitar a Nicolas Winding Refn. En el cómic, el contacto berlinés de Lorraine, David Perceval, se parece al Gene Hackman de 'La conversación', mientras que en la película es James McAvoy con camiseta de malla sin mangas. El amante de Lorraine ha pasado ser la amante (Sofia Boutella, mejor aprovechada que en 'La momia'). Según declaró Charlize Theron a la web 'Nerdist': "Que mi personaje mostrara su vulnerabilidad con alguien del mismo sexo tenía más sentido, en términos de trama. Ofrece un elemento de sorpresa, porque no es lo mismo que ves en todas las pelis de espías: tipo conoce a chica y ya estás esperando a ver cuándo se meten en la cama".

Pero el cambio más definitivo radica en la acción, en el filme elevada a la infinita potencia. Leitch, ahora ocupado con la secuela de 'Deadpool', estructura la (muy densa) trama de espionaje alrededor de grandiosas 'set pieces' de las que se hablará por toda la eternidad.

Difícil quedarse solo con una (si prefieren llevarse sorpresas, hagan el favor de saltarse este final de párrafo): ¿la pelea dentro de un coche en marcha con un 'stiletto' rojo de Dior como arma improvisada? ¿Esa otra pelea con siluetas recortadas contra una proyección del 'Stalker' de Tarkovski en un cine del Berlín oriental? Bueno, en realidad la cumbre ha de ser esa lucha en un apartamento y alrededor del hueco de una escalera en (falso pero impecable) plano secuencia de tropecientos minutos. Así se hace la acción.

Furiosa otra vez

Tras su atómico paso por 'Mad Max: Furia en la carretera' de George Miller, Charlize Theron se supera a sí misma en cuanto a entrega física y variedad de movimientos. Tampoco es que sea una recién llegada a la acción: de muy joven estudió ballet (y qué es la acción si no coreografía) y ya en 'The italian job', a comienzos de siglo, se atrevió a pasar de dobles.

Pero ningún proyecto anterior, ni siquiera el filme de Miller, requirió semejante generosidad por parte de la actriz. En el cine de acción se tiende a proteger a los personajes femeninos, incluyendo los más fuertes, pero 'Atómica' trata a su protagonista como si fuera uno masculino, sin apartarlo de los peores golpes. Las heridas y magulladuras que vemos a posteriori en el rostro de Lorraine pueden no ser reales, pero al parecer la entrega de Theron fue tan plena que se rompió algún que otro diente. "Ya voy por mi cuarta endodoncia", avisaba en marzo en la CinemaCon de Las Vegas. "Gracias, David".

La importancia de la música

David Leitch no deja de pinchar canciones durante las casi dos horas de 'Atómica', pero raramente alguna suena gratuita; la mayoría ayudan a la narrativa visual y a dar forma a la historia y a los personajes. La selección de temas es implacable, pero, todo sea dicho, tampoco excesivamente original como telón sonoro pop del Berlín de los 80.

Los fans de la serie de espías 'Deutschland 83' incluso podrían levantar una ceja en señal de sospecha. En aquella ya sonaban 'Major Tom (Coming home)' de Peter Schilling (era el tema principal de la serie), 'Blue monday' de New Order, '99 Luftballoons' de Nena y 'Under pressure' de Queen con David Bowie. ¡En la escena final, justo igual que en 'Atómica'!

Además, siendo esta la Deutschland del 89, no del 83, habría sido más apropiado incluir temas de Roxette (eran los días de auge de 'The look') o David Hasselhoff (el himno de la caída del Muro 'Looking for freedom'), quien al menos aparece en la película elípticamente.