5 de enero en plena vorágine de compras y esta joven saca el monedero del bolso, en el mostrador deja el móvil. La mujer de detrás, la siguiente en la cola, con dos niños se acerca, los pequeños bien aleccionados disimulan. Abre el bolso, nuevo vistazo para comprobar que no hay testigos, un poco de tiempo, más disimulo y comienza el hurto. Deja el bolso encima del móvil y avisa a sus dos cómplices, los niños. Se pegan más a la despistada víctima, los pequeños meten la mano por detrás de su madre y se marchan con el botín en el bolsillo.

La víctima paga, se ha quedado sin móvil, la ladrona disimula un poco más y la niña borda el papel de hija ajena al robo. Los robos al descuido proliferan en estas épocas. Aglomeraciones de personas, como en esta concurrida estación de trenes y aprovechando el tumulto, robo de maleta. Aunque los hay que no necesitan ocultarse entre la gente, como si nada, en esta joyería poco a poco van desvalijando las vitrinas. Algo más rudimentario esta banda, uno se agacha, otro se estira y un tercero supervisa la complicada pirueta.