La guerra de bandas dominicanas se desplazó este jueves por la noche hasta el barrio de Sant Cosme de El Prat de Llobregat. El asesino llegó tranquilamente y tocó el timbre de los bajos de uno de los bloques de la calle Riu Xúquer. Estaba llamando a la puerta de un hogar en el que residían dos parejas de dominicanos: dos hombres, dos mujeres y dos menores, de 6 y 3 años. Parecían dos matrimonios con un hijo cada uno de ellos. Uno de los varones, abrió la puerta para averiguar quién era.

El sicario posiblemente ya tenía la pistola en la mano, amartillada. En cuanto asomó el inquilino, le disparó en la cabeza e irrumpió en el domicilio. Es una casa de una planta que cuenta con dos habitaciones, una cocina, un baño y un comedor espacioso, según explican los vecinos que viven justo encima, antiguos propietarios del inmueble. Si entró en el domicilio era porque buscaba al segundo varón. Cuando lo encontró, lo ejecutó. Otra vez, de un tiro en la cabeza. Disparó contra una tercera víctima, una mujer. Ella encajó el tiro en el cuello, y cayó desplomada, aparentemente, tan muerta como los otros dos.

“TRES EN EL SUELO”

El ruido de los disparos sobresaltó a los vecinos. Uno de ellos, incluso se asomó por la ventana. Para entonces el asesino ya se había dado a la fuga. Lo que sí vio entre las cortinas fue como de la casa salían un hombre y una mujer a los que el tirador no había detectado. Dos supervivientes que estaban en la calle con los pies descalzos, ella estaba llorando. Era "muy joven", superaría con dificultad "los 18 años".

Los primeros agentes de los Mossos d’Esquadra llegaron minutos después. Ya no había ni rastro del asesino. Al entrar en la casa, se les ecuchó gritar: “¡Tres en el suelo!” -en alusión a los tres cuerpos que encontraron tendidos- y, a continuación les vieron adentrarse en la vivienda con la pistola en la mano. La mujer, sin embargo, no estaba muerta. Fue traslada al hospital de Bellvitge y no se teme por su vida.

Los Mossos, preocupados ante una violencia sin precedentes en Catalunya que solo sufren los miembros de ambos clanes, llevan meses coordinando esfuerzos para detener una guerra feroz que, de momento, parece lejos de detenerse.