«Una parte de los ascendientes de quienes integran en la actualidad las élites políticas y económicas de Cataluña, de España y, en general, de la vieja Europa, estuvieron claramente relacionadas con el mundo de la esclavitid atlántica». Es el aviso de que vienen curvas que formula Martín Rodrigo Alharilla, profesor de Historia Contemporánea de la Pompeu Fabra, autor de varios libros sobre la parte menos festiva de las relaciones entre Cataluña y Cuba y coautor ahora de Negreros y esclavos, Barcelona y la esclavitud atlántica (siglos XVI-XIX). El aviso no es exagerado. En las primeras páginas, el libro relata las andanzas negreras de los antepasados del expresidente de la Generalitat Artur Mas, un material inédito hasta ahora.

Revela el autor que el tatarabuelo de Mas, Joan Mas Roig, como capitán del falucho Pepito, salido de astilleros catalanes, navegó entre julio y diciembre de 1844 desde las costas de África hasta las de Brasil con 825 esclavos a bordo. No era, en opinión de este historiador, la única oveja negra de la familia. El hermano de Joan Mas Roig, Pere, apodado El Pigat, fue un muy precoz capitán negrero. Con solo 18 años de edad, cuando comandaba La Goleta, fue capturado el 4 de diciembre de 1837 con una carga de 259 esclavos, hombres y mujeres, que habían sido encadenados y embarcados en Angola. La carrera de El Pigat fue larga en el tiempo. Unos 25 años, calcula Rodrigo Alharilla. Hay constancia documental de que en 1848 desembarcó 150 africanos en Cuba (entonces capitaneaba El Columbia) y que en 1861 zarpó de Barcelona al timón del velero María con el propósito de realizar un nuevo transporte de esclavos, según los informes del entonces cónsul británico en Barcelona.

En aquellas fechas, Inglaterra perseguía a los barcos negreros españoles. Londres se había puesto al frente de la lucha europea contra la esclavitud y, afortunadamente para historiadores como Rodrigo Alharilla, los archivos británicos son un mar de facilidades para estos trabajos de arqueología documental, mucho más que los españoles, donde el pasado negrero es un tema tabú.

Secreto a voces en Vilassar

En Vilassar de Mar, el oscuro pasado de Pere Mas es el guadiana de las discusiones. Corre de boca en boca, entre otras razones porque uno de los gegants de la fiesta mayor es precisamente El Pigat. Se le dedicó una figura por la leyenda que de él se contaba. Que se casó furtivamente con la hija de un virrey, en contra de la voluntad de este, y que la escondió en el velamen de la embarcación para huir. Esa decisión, hacer de El Pigat un icono del municipio, se llevó a costa de ignorar su pasado negrero, el de su hermano Joan, tatarabuelo de Artur Mas y, de paso también, el del primo carnal de aquellos dos antepasados del expresident, Gaspar Roig Llenas, que fue apresado el 27 de junio de 1839 cuando transportaba 360 esclavos. Había bautizado su velero con un nombre muy cortito: Sí.

Este incómodo pasado es eso, solo pasado. Recuerda Rodrigo Alharilla en ese frenesí de capítulo inicial del libro que, por ejemplo, parte de la fortuna heredada por el exprimer ministro James Cameron procede de la generosa indemnización que uno de sus antepasados recibió por la emancipación de dos centenas de esclavos en una plantación de Jamaica.

Los apellidos ilustres españoles vinculados a un pasado negrero son abundantes y de ello da fe parte del libro. Pero lo singular, según Rodrigo Alharilla, es que Artur Mas haya perfilado parte de su imagen pública a costa no solo de las metáforas marineras, sino, sobre todo, del célebre episodio del timón (cap fred, cor calent, puny ferm, peus a terra) que colgó en su despacho de president. La pieza, según explicó él mismo, procedía del Sebastiana, una corbeta que comandó su abuelo Artur Mas Reig, ajeno al negocio de la esclavitud salvo porque que su padre era Joan Mas Roig, capitán del antes citado Pepito.