Un gesto tan cotidiano como bañarse en la playa puede no ser tarea fácil para colectivos como los invidentes y para ayudarles a disfrutar de ello, Águilas (Murcia) ha dado un paso más en la accesibilidad: permitirles acudir a sus playas con sus perros guía y bañarse con ellos sin llevarlos atados. Desde el 2015, la ley estatal garantiza el acceso con perros de asistencia a todos los lugares públicos en España, pero siempre debidamente atados o con el arnés correspondiente que les une a sus dueños, ya que estos animales «no son mascotas, sino que están trabajando».

Lo explica María Dolores García Ayala, presidenta de la Asociación de Perros Guía de la Región de Murcia, que apunta que esa obligación de llevarlo atado genera problemas en determinados ámbitos y circunstancias, como bañarse en el mar. «Las personas ciegas tenemos muchas dificultades de acceso a las playas. A veces, otros usuarios se quejan por ver un perro en la playa o nos indican que no puede bañarse. Además, entrar en el agua con él atado dificulta mucho los movimientos, tanto del animal como del dueño. Y si voy sola, simplemente no puedo bañarme», relata.

Pensando en esas dificultades, el Ayuntamiento de Águilas ha querido «dar un paso más en la accesibilidad de todos al baño», según el edil del área de playas, Ginés Desiderio González, al permitir no solo el acceso a las playas con perros guía, sino también que los usuarios se bañen con ellos sin necesidad de usar las correas y arneses. La iniciativa está en fase experimental y es única en España: a principios de julio se acotó una zona en la playa de Las Delicias y numerosos usuarios pudieron disfrutar del baño con sus perros sueltos por primera vez, explica.

La idea es seguir probando durante este verano para poder regularizar la situación en la ordenanza municipal de playas estableciendo horarios y zonas concretas en las que este colectivo pueda disfrutar del baño de la manera más similar posible a la del resto de usuarios.

Para García Ayala, es importante establecer horarios en los que la afluencia de bañistas no sea masiva para evitarles molestias y hacer compatible «la accesibilidad, el trabajo de los perros de asistencia y su ocio y la tranquilidad de todos».

«Mi perro no es una mascota, es mis ojos. Pedirme que vaya a la playa sin él es como pedir a cualquier persona que vaya con los ojos vendados. Animo a todos a hacer esa prueba para tomar conciencia de las dificultades que eso entraña», concluye García Ayala.