Si se permite un análisis tan general, puede decirse que en esta Semana Santa, pese a estar cargada de las novedades que impone la nueva carrera oficial, ya el carácter de cada cofradía se va reflejando en sus recorridos. Así, al igual que hiciera La Sangre o El Nazareno, la sobriedad franciscana de La Soledad optó por un itinerario lineal con casi las mismas calles de ida y de vuelta. Lo que no significa que desmerezca, ni muchísimo menos, tener la oportunidad de ver dos veces (y las que haga falta) a La Soledad por Don Rodrigo, el Potro, Lucano... El caso es que la Virgen de la Soledad, que estrenaba una saya bordada sobre terciopelo negro con bordados antiguos (adaptados por el bordador cordobés Francisco Mira Montoro) y que iba exornada por una variedad flores lilas, abrió la última tarde de la nueva carrera oficial del 2017 con su exquisita belleza, rigor y puntualidad. Tres carácterísticas que, marcando camino, definieron el Viernes Santo.