Un nuevo Jueves Santo ha cumplido su rito. De nuevo, el sol ha salido por Poniente para conmemorar el instante más importante de la de la Salvación: el momento en el que Cristo se queda entre nosotros, entregándonos su cuerpo y su sangre, durante la celebración de su última cena; el misterio representado por nuestra hermandad.

Gracias a Dios, este año la estación de penitencia ha discurrido sin los sobresaltos de las últimas ediciones, sin la incertidumbre de la amenaza de lluvia. Nuestro cortejo procesional ha incrementado su número de componentes, patentizando, cada vez con más ahínco, la clara simbiosis que se está produciendo entre la hermandad y nuestro bendito barrio de Poniente.

Quisiera destacar en esta ocasión un acontecimiento de vital importancia para la hermandad de cara al futuro: la puesta de largo de nuestra jovencísima Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena. Si el año pasado nos acompañaban en cabeza con un limitadísimo repertorio de marchas, este año, a fuerza de tesón, de voluntad y deseo de superación, este grupo de jovencísimos músicos ha sido capaz de ofrecernos una escogida selección de marchas, patentizando de este modo la línea interpretativa que se ha marcado: interpretar música de marcado carácter eucarístico y eclesial, acorde con el paso de misterio que en un futuro, esperemos que no muy lejano, van a acompañar: el momento de la institución de la Sagrada Eucaristía.