El Martes Santo comenzó temprano, las cofradías de la jornada se echaron a la calle a pleno sol y bajo unas altas temperaturas para volver, como ocurre el Viernes Santo, a poner de manifiesto que la carrera oficial en la Catedral es posible.

Pasadas las cuatro de la tarde la hermandad de la Santa Faz ponía su cruz de guía en la calle, en la Trinidad un ambiente casi de hermandad de barrio esperando a la cofradía.

El nazareno de la Santa Faz volvió a mostar un elaborado friso con una interesante variedad floral en morado, al igual que el de la Virgen de la Trinidad en rosas color blanco. Ambos pasos se dirigían a la Catedral.

Y de la Catedral volvió a salir la hermandad de la Agonía, una cofradía que dejó su particular sello por el Casco Histórico. El Cristo de la Agonía caminó sobre su paso de caoba y plata, estrenando unos faroles en estilo renacimiento a juego con el paso, con los que se concluye el primer paso de la cofradía del Naranjo.

Conforme avanzaba la tarde el entorno de la Judería quedaba colapsado de público que se colocó en la Catedral y las calles Cardenal González y Feria, que ayer hicieron de recorrido oficial.

También buscando la Catedral salió la hermandad salesiana del Prendimiento, con una estética totalmente renovada, así las túnicas de raso han sido cambiadas por unas de elegante factura realizadas en sarga azul manteniendo la bicromía de azul y blanco. En la capa llevaban el escudo de la cofradía bordado.

Un estreno que cambia por completo la puesta en escena de la cofradía, a la que contribuye el estreno del nuevo paso del Señor, aún en fase de carpintería pero que a través de sus novedosos arbóreos se vislumbra que será una importante pieza para la Semana Santa.

El paso, de menores dimensiones que el antiguo, ha sido diseñado por Miguel Ortiz, solo presentó tallado los arbóreos en estilo rocalla con apliques de cristal y cera de parafina intercalada entre los faroles, otra novedad estética. Para su primera comparecencia, iba exornado con una elegante ornamentación a base de flores entonadas en morado. Tras él, la Virgen de la Piedad, con su palio azul noche exornado con flores blancas donde destacaron los alhelíes.

El Patio de los Naranjos seguía recibiendo público, esta vez para ver pasar el reducido cortejo de la cofradía Universitaria, un cortejo marcado por el hábito que lucen sus hermanos, un atuendo, sobre todo la máscara que les cubre su cara, que sigue sin convencer a los cofrades más puristas, razón no les falta.

El Señor de la Sábana Santa sigue teniendo mucha expectación, sobre todo entre el público en general, como se pudo comprobar a su paso por las calles. Tras él la belleza de la Virgen de la Presentación, que no mostró novedad alguna.

Aún quedaban dos importantes cofradías, por una parte la de la Sangre. El Señor caminó elegante buscando la Catedral. A lo lejos se vislumbraba la inconfundible silueta de la Virgen de los Ángeles, que llegaba a los sones de la banda de la Esperanza con un exquisito repertorio que hacía difícil poder apartarse del palio. En cuanto a la Virgen lució como cada cinco años vestida con el hábito franciscano, sencilla sin joyas pero sobre su cabeza la cascada de plata oro y sedas que fray Ricardo ideó para su Reina de los Ángeles. A pocos metros avanzaba la hermandad del Buen suceso, el Señor caminó en su paso exorna- do con clavel rojo a los sones de la Agrupación musical de Peñaflor. Por su parte, la belleza de la Virgen de la Candelaria volvió a dejar sin palabras a todo el que tubo la oportunidad de verla cruzar con la intimidad de su candelería el Patio de los Naranjos. Acababa un Martes Santo con todas la cofradías en la Catedral y dejando claro que con una sola puerta la Catedral es posible, solo basta la voluntad de querer ir.