El ecuador de la Semana Santa estuvo marcado como en días anteriores por el calor y la gran cantidad de público que se echó a la calle para disfrutar de los últimos días de la Semana Santa, en una jornada donde el principal estreno lo protagonizaron las hermandades del Perdón y la Paz, que llegaron a la Catedral por primera vez.

Pero empecemos desde el principio. A primeras horas de la tarde, alrededor de las 14.30 horas, la hermandad de las Palmeras se ponía en la calle para comenzar su peregrinar hasta el centro de la ciudad. Una cofradía que por muchas cosas, entre ellas su labor social, es digna de ejemplo, como es ejemplar el hecho de llegar a carrera oficial desde tan lejos. Para que luego digan que la Catedral está lejos.

Aún la hermandad de las Palmeras en su barrio las puertas de la parroquia de San Lorenzo se abrían. La comitiva morada del Calvario comenzaba su caminar. Al fondo, entre la inmensa luz, que entraba en el templo se vislumbraban los pasos de la cofradía.

El Señor del Calvario, exornado con jacintos morados. Tras él la Virgen del Mayor Dolor, muy bien vestida por Francisco Mira y con clavel blanco en unas elaboradas piñas. Así, con todo el sol tras el manto de la Virgen del Mayor Dolor, la cofradía se dirigió hacia la Catedral.

Poco antes, la hermandad del Perdón cruzó por primera vez el Patio de los Naranjos, allí el misterio de Jesús ante Anás, que estrenó una acertada recomposición del misterio con la que se da mayor protagonismo al Señor, hacía su entrada a los sones de la banda de Coronación.

En el palio la belleza de la Virgen del Rocío y Lágrimas, fiel al estilo de los últimos años. La dolorosa lució vestida por Antonio Villar y estrenando un corazón de plata realizado por Daniel Porras. Muy elegante el exorno floral.

Mientras la hermandad de Pasión abandonaba el barrio de San Basilio. El Señor de los Hortelanos lució su nueva túnica de terciopelo lisa en color morado. Por su parte, la Virgen del Amor estrenó un nuevo manto de terciopelo liso en color rojo.

Pero aún quedaba por llegar la hermandad de la Paz, la misma que este año ha salido mucho antes para poder alcanzar el sueño de hacer estación de penitencia en la Catedral. Seguro que no se habrán arrepentido, como no nos hemos arrepentido todos lo que tuvimos la suerte de ver cruzar la cofradía por el Patio de los Naranjos. Por muy emotivo que puedan parecer los jardines de La Merced, no tienen parangón con ver perderse la Virgen de la Paz tras la puerta de las Palmas; el mejor regalo para el 75 aniversario de la cofradía. La hermandad de la Paz, que para llevar a cabo este proyecto ha tenido que adelantar su horario, caminó a muy buen ritmo a pesar de su amplio cortejo, tanto que llegó con tiempo a la calle Deanes, donde la Cruz de guía se tuvo que parar para que pasara la hermandad del Calvario. El milimétrico paso del misterio de la Humildad también retrasó el paso de la cofradía, si bien, conforme avanzaba la tarde, fue recuperando el tiempo perdido, no obstante logró no llegar con retraso a carrera oficial.

El Señor lució ataviado con una túnica blanca lisa, mientras que la Virgen iba toda de blanco, un blanco que quedaba roto por lostulipanes rosa palo del exorno floral. La música, el andar... en definitiva: La Paz.

Y para cerrar la noche la hermandad de la Misericordia. El crucificado de San Pedro, que este año concluye su paso con el estreno de unas cantoneras de plata dorada que presenta la originalidad

de llevar aplicaciones de filigrana. Por su parte, la Virgen de las Lágrimas caminó con un elegante

exorno floral a base de rosas blancas. Concluía así un inusual Miércoles Santo donde a las cinco de la tarde todas las cofradías menos la Misericordia estaban en la calle