El Miércoles Santo para la Cofradía de la Paz, nació con una luminosidad especial porque la solemnidad del día proyectó sobre nuestras almas lo que nos ha supuesto superar la catástrofe de sobra conocida: los graves daños en la orfebrería del Palio de María Santísima de la Paz y Esperanza. Pero gracias al esfuerzo de muchos (y los que quedan aún por hacer) hemos alcanzado que Ella acuda a la cita que tenía con Córdoba la tarde-noche de éste día, amparada bajo el precioso palio que, como altar de fe en su transitar, le da cobijo.

Estábamos inmersos, con los apuros que todo cofrade sabe, en la ejecución para el paso de la Virgen de unos faldones que también, aunque solo con el frontal delantero bordado, estrenó éste año, cuando nos envolvieron las tinieblas por éste fatídico accidente y nos vimos perdidos, ciegos, en una nube de sombras, de la que finalmente hemos podido salir gracias a la intervención Divina que conjugó a entidades, personas, buenos hermanos, también los orfebres y pactos de Junta de Gobierno, todo ello para conseguir mantener a la vez la obra social que tenemos comprometida, todos a una, como cuando el capataz dice: "¡A la ésta es!", y se obrase el milagro.