Una escena que lo dice todo: un matrimonio joven con un niño de un par de años habla con el capataz de El Esparraguero, Luis Miguel Carrión Curro , que se emociona pero que, sin que le tiemble la voz, se dirige a su cuadrilla para dedicar una levantá al pequeño, el mismo que hace dos años sufría una gravísima cardiopatía y al que por entonces se le dedicó otra chicotá para que el Cristo intercediera por él. Aún ayer se confesaban emocionados los que presenciaron la escena.

Y es que El Esparraguero derramó gracia por Córdoba, comenzando por Levante, en donde genera pasiones; siguiendo por su Agrupación Musical, que el Jueves tocó de lo lindo, pasando por su peculiarísimo exorno de evocación americana (dromelias y aves del paraíso, entre otras) hasta las innumerables saetas que le ofrecieron o el enorme número de penitentes que le seguían. Los estrenos fueron pocos pero buenos (cuatro incensarios de plata de estilo gótico, obra de Emilio León, y cuatro paños de bocina bordados en oro fino con diseño y confección de José Luis Guerra). Y es que en estos tiempos la hermandad se ajusta el cinturón para que su obra social (con los Trinitarios, Perú y Africa) no merme. A ella le dedica el 20% de su presupuesto anual. Otra obra milagrosa del Señor de Gracia.