Entre los cambios que impone la nueva carrera oficial, y sabiendo que hay que cumplir un año más con el antiguo convento del Císter, donde nació la cofradía, la hermandad optó este año por hacer un recorrido particularmente lineal, casi en su 90% con las mismas calles de ida y vuelta. Y es que se ha querido ser muy prudente con el diseño del recorrido, al menos este año de tantos y tan enormes cambios, explicaba recientemente el hermano mayor, Carlos Manuel Olivares.

Eso no quita que, como ya se ha dicho, se cumplan tradiciones como su paso por el Císter y, más aún, se haya recuperado con este itinerario la hora en la que primitivamente procesionaba Nuestro Padre Jesús de la Sangre, que ayer volvió a ser bañado durante horas por el sol de la tarde.

El paso del Señor tuvo como exorno claveles rojos, mientras que Nuestra Señora Reina de los Ángeles portaba en las jarras jacintos que dejaban una fuerte estela de aroma, mientras que las rosas blancas cubrían el frontal. A su lado tocó la Banda de Música de María Santísima de la Esperanza.

Pasaban unos minutos de la medianoche cuando la estación de penitencia llegaba a su fin, dejando como última imagen en la plaza de Capuchinos ese manto que, como tantos elementos del patrimonio de esta cofradía y como tantos otros hitos de más hermandades cordobesas, diseñó en su día Fray Ricardo.