La hermandad y cofradía de la Santa Faz vive un año de fiesta, regocijo y acción de gracias porque celebra el 25º aniversario de la bendición de la imagen de María Santísima de la Trinidad, una azucena que comenzó a florecer a la sombra de la espadaña de San Agustín que hoy vuelve a cobijar a la Madre que enjuga las lágrimas y angustias de los hombres.

Una rosa que brotó en una calle de la Axerquía, a medio camino de la Iglesia fernandina de San Lorenzo y el templo donde emerge triunfalmente la figura del custodio de la ciudad. En un patio de arriates, de celindras y damas de noche, la madre bendita de la Trinidad nos ofreció las entrañas de la divinidad.

Una pequeña Betania, donde la Virgen adoptó a un joven artista, abriéndole los ojos a contemplar la hermosura de su corazón y gozar de la ternura de una madre que nunca le iba dejar de su mano. Ya no habría soledad.

Allí en el silencio del entorno, el artista, contempló con claridad el reflejo de una Azucena, la azucena de inmaculada blancura que resplandecía en la inmensidad de la noche cordobesa y que le susurraba al corazón la belleza y hermosura de la Llena de Gracia.

Hoy, la Madre de Dios y Madre nuestra mantiene a esta joven familia en la unidad y comunión.