Actualmente es un tema muy comentado el papel de los jóvenes en el mundo de las cofradías. Para unos, son el futuro de las mismas, para otros, una necesidad. Es indudable que la capacidad de atracción de jóvenes por parte de las cofradías es enorme (músicos, costaleros, acólitos, grupo jóvenes-), esto contrasta con el escaso interés de los jóvenes por la religión en general.

Dentro de la labor evangelizadora de las hermandades, convencidos de su necesidad para ser personas cristianas y para crear una auténtica comunidad fraterna (hermandad) es donde creo que se debe encuadrar la formación de los jóvenes, como una opción libre en la que participen voluntariamente en función del interés que les despierte y del grado de concienciación que transmitamos, enmarcándola dentro de un entorno del tiempo libre en la hermandad.

Hay que empezar por intentar conocer a la juventud actual y sus valores tanto positivos como negativos, intentando obtener los mejores frutos por medio de convivencias, charlas informales, excursiones o cursos específicos, mejor que con temarios cerrados que en la mayoría de los casos les parecen demasiado teóricos, alejados de sus inquietudes cotidianas, de sus preocupaciones e intereses y menos atractivos en principio.

Como principal acto de culto público de la hermandad, conviene formar a los jóvenes en la estación de penitencia, explicándoles su finalidad, motivo y sentido, haciéndoles ver la importancia de la confesión previa para participar en ella en gracia de Dios, en compañía del resto de hermanos.