Ya el año pasado las escenas de cariño hacia la Paloma de Capuchinos vividas frente al hospital de la Cruz Roja convirtieron el lugar y el momento en algo ya irrenunciable para la hermandad, pionera en recuperar Fléming para el callejero cofrade y, ya con la nueva carrera oficial, en convertirla en una de las arterias de la Semana Santa. Y no será porque la Paz no tiene lugares donde erigirse como Reina, antes incluso de los planes para la coronación canónica en la que está inmersa la hermandad. Pero ayer procesionó también por el Oeste de la ciudad con toda la majestad. De su entrada en la Catedral, con la escolanía de la Divina Pastora cantando, para qué hablar. Impresionante también el Señor de Humildad y Paciencia, con un friso variado que incluía orquídeas, o el siempre espectacular palio, esta vez combinando flores de tonos blancos y pastel. Y el oportuno cirio por los cristianos perseguidos, toda una oración de paz y esperanza, bien visible.