Por primera vez desde el 2010, todas las hermandados del Viernes Santo se encuentran ya de estación de penitencia en las calles de Córdoba sin incidentes. Y la ciudad lo celebra con las calles llenas para ver el paso de las procesiones. El cortejo que acompaña al Cristo de la Clemencia de la Hermandad de los Dolores ha abierto hoy el programa, un Viernes de Pasión que, al igual que el Jueves Santo, recoge una multitud en la calles. La Soledad y el Descendimiento también han empezado sus recorridos. La Soledad luce de estreno los respiraderos del paso de la Virgen, realizados por Emilio León bajo diseño de Rafael de Rueda. En el Descendimiento también son nuevos los candelabros de cola para el paso de la Virgen del Buen Fin, ejecutados por orfebrería Aguilera. El Santo Sepulcro también partió sin incidencias de La Compañía, en donde se recogerá sobre las 23.20 horas. Por último, ha pisado la calle la cofradía de la Expiración, que luce por vez primera bordados en oro de los cuatro faldones de terciopelo inglés del paso del cristo, realizados por el bordador cordobés Antonio Villar con diseños inspirados en los antiguos bordados de la cofradía. También es novedoso el relicario cincelado en plata de ley que contiene reliquias de los mártires claretianos de Sigüenza y Basbastro. Esta pieza ha sido donada por el grupo joven de la cofradía.

Hace una tarde la que una ligera brisa hace la temperatura más soportable que en el Jueves Santo. Y es que ayer fue un día de calor, humano y en la atmósfera. Mucho calor, en las temperaturas y el que irradiaba el fervor de centenares de miles de personas por las calles fue el ambiente bajo el que Córdoba vivió ayer un esplendoroso Jueves Santo, abarrotado de gente como nunca. Se cumplió ese sino positivo que este año, al fin, está envolviendo los días de pasión en Córdoba y todas las hermandades ayer en programa pudieron llevar a cabo sin incidencias unos recorridos trazados por las filas que habían una incansable multitud. .

La jornada la abrió la joven cofradía de la Cena del Señor desde Poniente, El cortejo estrenaba este año dos faroles de acompañamiento a la Cruz de Guía ejecutados por Antonio Cuadrado. El Jesús Caído cruzó Santa Marina tras dejar el convento de San Cayetano, donde más de un millar de personas apenas dejaba avanzar el paso del nazareno de la dulce mirada y a sus toreros penitentes. No faltó ni siquiera el lesionado Enrique Ponce, si bien por fuera de la procesión pero cumplidor con su devoción. En las proximidades de San Agustín, el doloroso rostro de La Nazarena marcó el camino de oración de sus cofrades luciendo, por segundo año, el medallón frontal del paso que representa la coronación de la Virgen, pintado por Juan Manuel Ayala.

Un año más, en Trinitarios el Cristo de Gracia puso en la zona de El Alpargate una banda sonora de continuas saetas. El Señor de la Caridad se reencontró con el antiguo hospital y la marcial escolta de la Legión volvió a atraer a miles de personas desde su salida hasta la llegada al templo. Pero el momento que marcará una de las citas para la historia de la Semana Santa de este año fue ver salir a las Angustias del barrio de San Agustín después de 53 años. El Jueves Santo se completó en la 'madrugá' con el peregrinar de la Buena Muerte a la Catedral.