Ocurre con frecuencia en cualquier familia que los hijos se nos hacen mayores y, llegado el momento, les toca representar un rol distinto del que han tenido hasta ahora.

Y eso ha sucedido en esta familia que es nuestra hermandad, en la que esos niños, que hasta hace unos años correteaban por la casa de hermandad o por los pasillos del convento Trinitario, les corresponde ahora el honor y la tremenda responsabilidad de gobernar el timón de un buque insignia en el mundo cofrade cordobés.

Pero aquí no se trata de un cambio generacional, se trata de continuar con la hoja de ruta que antaño trazaron nuestros antecesores, aplicando la fórmula de fe más trabajo que tan buenos resultados nos viene dando.

Nuevos retos no faltarán. Aquel principio de un sueño que fue nuestra agrupación musical, que tantas satisfacciones nos ha reportado; el apoyo a un grupo joven que nos nutre de savia nueva; la apuesta firme por una obra social eficaz y el incansable trabajo realizado a diario, unido al 400 aniversario que se atisba en el horizonte, son argumentos más que suficientes para continuar con el plan que nos hemos propuesto.

Y todo ello lo conseguiremos como nos enseñaron los mayores, aprovechando su experiencia y la fuerza e ilusión de la juventud. Eso, unido a la fe y al amor al Cristo de Gracia. Esas son las armas que utilizaremos para que Córdoba se inunde de Gracia cada Jueves Santo de cada Semana Santa.