La entrada de la Señora de Córdoba vino a resumir todo lo que de grandeza ha tenido la nueva carrera oficial 2017, en el entorno de la Mezquita-Catedral, poniendo monumentalidad a la ya de por sí grandiosidad del marco y sumando el esplendor de los pasos a la recta final del itinerario común del Viernes Santo. Eso sí, con el malestar de muchos penitentes, que acatando la decisión no pudieron seguir a la Virgen de los Dolores por la carrera oficial. Una de las partes de arena que se mezclaron con las de muchas de cal de esta Semana Santa y que, cuando hoy culmine su estación de penitencia el Resucitado, habrá que ir valorando.

En todo caso, el Cristo de la Clemencia, exornado con rosas rojas, y la Señora de Córdoba, con rosas blancas y unas humildes y populares calas (para recordar el arraigo de su devoción) fue la antesala precisa que supo poner la ciudad al broche de oro que después colocaría el Santo Sepulcro a la jornada.