Un primer balance estético sobre la Semana Santa que acaba de terminar lleva a destacar una madurez cofrade cargada de coherencia.

En el apartado patrimonial, de nuevo hay que reseñar que las hermandades optan por estrenos donde priman la calidad. En este capítulo hay que reseñar grandes piezas como las bambalinas bordadas en oro fino de los palios de la Salud, Trinidad y Alegría.

También se ha dejado ver la calidad a la hora de vestir a las imágenes con tocados bien compuestos y tejidos de calidad.

Por su parte, en los exornos florales, de nuevo este año ha primado la combinación de varias flores, sin olvidar exornos clásicos a base tan solo de clavel y rosa, aunque estos han sido la minoría.

En lo que respecta a los Cristos, como en los últimos años, ha predominado la variedad floral en los frisos. No obstante, en los calvarios se ha visto una vuelta al uso del clavel y el iris morado.

En la parte musical se ha podido comprobar, además de la calidad musical de las bandas, que poco a poco las hermandades presentan un repertorio muy adecuado, en consonancia con la idiosincrasia de la cofradía.

También es de destacar los cortejos, con cuerpos de nazarenos bien formados y guardando en todo momento la compostura, incluso cuando han sido poco respetados por el público. Finalmente, en este balance estético no podemos olvidar la carrera oficial, un lugar que poco a poco se va consolidando si bien habría que hacer un esfuerzo para decorarla aún más y eliminar en la medida de los posible los plásticos rojos que tan poca prestancia dan al recorrido oficial de las cofradías.