La hermandad del Cristo de las Penas, la talla más antigua que procesiona en Córdoba, pocas veces ha dicho tanto con tan delicados detalles como ayer. Así, su historia quedaba reflejada en una simbólica flor de lis del frontal que evocaba su pasado templario y la orden de Santiago. El recuerdo de tantos hermanos fallecidos a los que se echan de menos quedó reflejado por la solitaria rosa roja a los pies del Señor. Y entre las jarras de camelias que dan sello e imprime carácter al palio de La Concepción, flores de azahar recogidas del Patio de los Naranjos la noche anterior para sumarse a los actos del 775 aniversario de La Catedral. Al regreso, como siempre, en su barrio las emociones se desbordaron. Flores espontáneas de Santiago, que tampoco faltan.