La Buena Muerte volvió a cargar con el hermosísimo pero pesado paso de la Reina de los Mártires, de nuevo cargó con su larga historia y con el silencio de respeto de su propia hermandad y de la ciudad y, todo hay que decirlo, cargó con la soledad de la madrugada del desconocimiento de muchos cordobeses que no saben de esta joya y de otros que sí saben mucho de cofradías pero que se van a otras ciudades y no viven esa noche la de Córdoba.

Sin embargo, ahí estaba su difícil salida desde San Hipólito con la cuadrilla dirigida por Enrique Garrido, ahí su exorno de clavel rojo sangre de toro para el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y ahí el respeto de quien la vieron en carrera oficial recorriéndola en sentido contrario, lo que ya es casi una peculiar tradición más de la Semana Santa cordobesa.

Por supuesto, también mucho una vez pasada la Buena Muerte de la tarea pendiente de la carrera oficial en la Mezquita--Catedral, una asignatura pendiente que esta cofradía lo tiene claro pues lleva procesionando allí desde 1990. La otra asignatura pendiente del mundo cofrade es La Madrugá . También ahí la Buena Muerte lo tiene claro.