La expresión "estación de penitencia" tuvo un mayor sentido para los hermanos de la Hermandad de Jesús Nazareno, que el Jueves Santo procesionó con su rigurosa túnica negra a más de 30 grados en los primeros momentos bajo un sol (injusto) de justicia. María Santísima Nazarena apareció exornada con lírium blanco, luciendo un tocado de tul bordado en oro. El paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en su frontal, lucía un relicario realizado en plaza de ley por el orfebre Emilio León para una reliquia del Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina. Fue la primera reliquia del día que procesionó. Luego le seguría otra de Santa Teresa, con El Caído, y de San Juan Bautista de la Concepción, con el Cristo de Gracia.