Ya es domingo de Ramos. El Cerro se vuelve a vestir de crema y negro y un pulular de nazarenos nos preparamos para vivir la Pascua de Resurrección. Hoy realizamos la estación de penitencia, estación de pasión, donde con el Silencio de cada uno nos dirigimos con Amor hacía la Catedral, al primer templo de la diócesis, enfilando la calle Beato Henares, manifestando públicamente nuestra unión con nuestro obispo y con la Iglesia Universal. De la Iglesia hemos recibido la fe que ha sido encarnada en nuestra vida y gracias a los que generación tras generación nos la han ido trasmitiendo ha llegado hasta nosotros. Por eso, cuando nuestros ojos contemplen desde el cubrerrostro y pisen el suelo del templo, daremos gracias por nuestra fe, por mostrar a nuestra vida el mensaje redentor de Jesucristo, y que tengamos vida en abundancia (Jn 10,10) y ante Jesús sacramentado podamos decir «aquí estoy Señor, porque me has llamado». (1 Sam 3, 19)

Hacer la Estación de penitencia en la Catedral no es un acto más, es una manifestación pública de nuestra fe que desde los apóstoles hemos recibido y trasmitido, que al caminar, nuestra hermandad pase en oración y entrega, igual que tantos santos que ha dado nuestra ciudad.

Que esta Semana Santa, todas las hermandades podamos realizar los desfiles procesionales llenos de sentido, y para mayor alabanza de la gloria de Dios.