La tarde del Jueves Santo dejó ver en los palcos de la flamante carrera oficial y calles de la ciudad a un nutrido número de mujeres vistiendo la clásica mantilla negra, una pieza concebida para adorar al Santísimo el Jueves Santo y en señal de duelo la tarde del Viernes Santo.

Una tradición antigua donde las mujeres con toda solemnidad visitaban los monumentos, es decir, altares efímeros que se colocan en conventos y parroquias el día que se conmemora la institución de la Eucaristía.

Esta tradición era muy común en la ciudad donde las mujeres cordobesas ataviadas de mantilla salían la tarde del Jueves Santo a visitar los sagrarios y después a contemplar el paso de las cofradías.

Si bien, el auge de la Semana Santa hace que se desvirtúe el uso de esta prenda pasando de vestirse exclusivamente el Jueves Santo, para el uso citado, a verse todos los días de la Semana Santa. De este modo, desde el Domingo de Ramos se ven detrás de los pasos a las mujeres vestidas de mantilla algo que hoy en día se ve con naturalidad pero no deja de ser un gran error ya que esta prenda solo se puede usar el Jueves Santo y con los fines antes señalados.

No obstante, es una tradición que no se debería de perder, pero sí que se le debería de dar el sentido con el que nació y que no es otro que visitar los monumentos la tarde del Jueves Santo.