Valeriano Mínguez Rodríguez es un joven de 32 años de Fuente Carreteros, que pudo sobrevivir a una brusca parada de su corazón, mientras jugaba al fútbol, cuando tenía solo 18 años. «Fue un milagro que pudiera salir de aquello, ya que caí fulminado al suelo», recuerda, con motivo de la conmemoración ayer del Día Mundial del Corazón, jornada para concienciar a la población de la importancia de adoptar unos hábitos de vida saludables para prevenir las enfermedades cardiovasculares y para afrontar aquellas otras patologías del corazón que son congénitas o hereditarias.

Vale, como es conocido, padece una hipertrofia ventricular, la misma enfermedad que su hermano Raimundo y que se caracteriza por un aumento del grosor del músculo cardíaco que conforma la pared ventricular. «He venido haciendo una vida normal, a pesar de tener implantado desde los 18 años un desfibrilador automático implantable (DAI), un aparato que hace funcionar el corazón. Hacía deporte, hasta motocross. Pero mi estado empezó a empeorar en el verano del 2015 y me tuvieron que implantar un DAI más avanzado. Incluso he tenido que dejar mi trabajo de mecánico porque me han aprobado la jubilación absoluta, algo que me está costando asumir», resaltó este joven.

«Me he apuntado a un curso de administrativo porque me resisto a estar todo el día sin hacer nada. Amador López, mi cardiólogo en el hospital Reina Sofía, que es lo mejor como doctor y como persona, no descarta que en un futuro, según mi evolución, pueda necesitar un trasplante», expuso.

Rafael Jiménez Jiménez, de Moriles, se encuentra en una situación algo similar. Este joven de 18 años padece una miocardiopatía dilatada con disfunción diventricular severa, patología hereditaria que, en su caso, no dio la cara hasta los 15 años. «En plena noche mi hijo nos llamó a mi marido y a mí porque de repente se puso acelerado, sin aliento, como si acabara de venir de correr. No le dimos mayor importancia, pero le volvió a ocurrir días después y desde Urgencias del hospital de Cabra lo derivaron al Reina Sofía, donde le diagnosticaron la enfermedad. Llegó a tener hasta 250 pulsaciones por minuto. Le tuvieron que implantar un desfibrilador automático», relató Rafi, la madre de este chico.

Sin embargo, la situación de Rafael empeoró hace unos años y en el Reina Sofía lo pusieron en lista de espera para trasplante porque la función de su corazón se quedó al 10%. Tras año y medio en lista de espera, el corazón empezó a remontar hasta tener una función del 47%, así que el doctor Amador López decidió quitarlo de la lista de espera, porque prefiere que esta sea la última opción. «A pesar de no estar trasplantado, mi hijo necesita tomar 14 pastillas al día. Él va al instituto, quiere hacer una vida normal, aunque se cansa a veces. Vamos viviendo al día y deseando que su salud, aunque quisiéramos que fuera mejor, se mantenga», destacó Rafi.

En el Día del Corazón, la consejera de Salud, Marina Álvarez, presentó ayer la campaña Corazonadas de Vida, para concienciar a la mujer sobre los síntomas de un infarto agudo de miocardio. La campaña, puesta en marcha entre el Servicio Andaluz de Salud (SAS), y EPES, quiere trasladar a la población femenina y a la sociedad en general la importancia de las señales de alerta de un infarto y solicitar ayuda sanitaria a tiempo.

Motivos para estar alerta

«Existen evidencias científicas de las diferencias existentes en los síntomas que alertan a la mujer de estar sufriendo un infarto, así como estudios que arrojan otra realidad, como que la mujer antepone sus obligaciones familiares y laborales a su propio estado de salud», indicó Álvarez.