El Folkpozoblanco echó el sábado 5 de agosto por la noche el cierre a su XXIX edición, que volvió a llevar a Los Pedroches una muestra de buenas propuestas de la música tradicional española. El grupo Aliara puso el broche de oro cerrando el festival con un concierto acompañado de un pequeño coro de niños con la intención de apostar por la formación, la educación y el aprendizaje para reforzar la conciencia de identidad de cultura de Los Pedroches, como dijo en la presentación de la muestra en la Diputación de Córdoba José María Sánchez, de Aliara y director del festival.

La Salchi, el escenario que acogió los conciertos, recibió público de todas las edades. Las propuestas de la organización ha llevado al escenario espectáculos familiares y recitales para el público adulto.

Por el Folkpozoblanco han pasado los Infoncundibles y la Banda de Otro; desde Sevilla llegaron la Banda de la María, «una formación con muchos años de trayectoria en el mundo del funky, el folk y las bandas de calle pero alejada del formato de charanga tradicional», mientras que en el ámbito más tradicional, destacó la presencia de Las Colmenas, grupo joven procedente de Guadalajara que lleva la música propia de Castilla-La Mancha y con el que la organización, en palabras de José María Sánchez, su director musical pretendían mostrar «que la gente joven también tira de la música tradicional». El día dedicado a los grupos locales y provinciales bridó este año el escenario a María José Llergo, acompañada del guitarrista que ha tocado con los más grandes de Cataluña Marc López, para dar a conocer su proyecto. El musicólogo y catedrático de la Universidad de Murcia Manuel Luna aterrizó el día 4 acompañado por los músicos de la Cuadrilla Maquilera con una selección de rondas murcianas para poner en valor el folklore de la huerta murciana. El programa se completó con un taller de baile que este año se dedicó a la recuperación de la jota tradicional de los Pedroches, el taller Aprende nuestra jota fue una manera divertida de mantener las propias tradiciones. Una apuesta que según muchas voces no debería de dejarse en el olvido y continuar en el tiempo porque si los padres llevan a sus hijos durante el curso a clases de flamenco, o muchos pozoalbenses asisten a clases de sevillanas, bachatas, merengue o incluso danzas orientales, por qué no acudir a clases de jota. Nuestra jota no se baila porque no se conoce y seguro que danzarla saldría de la manera más natural en cualquier celebración popular local si se conociera su técnica como se conocen, por ejemplo, los cuatro pasos de las sevillanas. Si Pozoblanco tiene el privilegio de contar con el grupo de jotas La Faneguería habría que buscar alguna fórmula para que los padres se decanten por apuntar a sus hijos a clases de jota como actividad extraescolar y por que los adultos encuentren en este baile además del componente tradicional, ya puestos y rizando el rizo, en una forma de mantenerse en forma.

El festival cerró con las miras puestas en la edición del 2018, año en el que se cumple su XXX aniversario, con el interrogante de hacia dónde debe ir, cómo mantenerse y cómo hacerlo más atractivo sobre todo al público más jóven, que son los encargados de mantener las tradiciones que las generaciones mayores están intentando mantener.

Por otra parte, la formación Aliara, que ha ido renovando a parte de sus componentes con los años, ha hecho hasta la fecha una labor impagable para la cultura de Los Pedroches con su labor de investigación y difusión de la música tradicional de la comarca, un patrimonio que debe conservarse. Ese esfuerzo no debe exigirse sólo al grupo que propició que la música tradicional siga conociéndose, también entidades privadas y públicas y deben implicarse.

Por otro lado, numerosos ciudadanos han pedido estos días poder encontrar las grabaciones de Aliara en distintos puntos de venta en Los Pedroches de manera habitual.