En el plenilunio de septiembre, bellísimo, María del Carmen nos ha dejado. Después de una larga vida (con 92 años), el destino ha querido que se cumpliera su tiempo. El dolor inmenso de la familia es ahora irrefrenable, pero también muy grande la satisfacción de una vida digna hasta en sus últimos suspiros; el deber cumplido con ella en la infinidad de cuidados, afectos, alegrías y sinsabores de los últimos tiempos, que ha sabido sobrellevar con gran dignidad y grandeza.

Carmen ha luchado y resistido con el vigor de la tierra, de la encina y el granito hasta en sus últimos resquicios de vida.

Al hospital comarcal Valle de Los Pedroches de Pozoblanco agradecemos sinceramente la profesionalidad de sus hombres y mujeres, sus atenciones constantes. Gracias. María del Carmen, como gran parte de las mujeres de esta tierra, ha sido siempre el soporte vital de la casa; el alma de las alegrías y tristezas, de los problemas y satisfacciones.

Siempre ha mantenido el temple, la sonrisa y la dulce compostura en su cara; la mesura y el equilibrio a pesar de un trabajo gigantesco. Su vida entre costuras es recordada por muchos pozoalbenses para quien elaboró sus trajes la pequeña de las Sastras del Palo.

En la boca de Carmen siempre estuvo su cariño inmenso por sus hijas (Virtudes y Paquita) y la familia que le dio la vida ( Fermín y Virtudes ), por la Ribera que la vio nacer (Los Salesianos, la vecindad..); y devoción acendrada y espiritualidad profunda por Nuestro Padre Jesús ("desde chiquita"-me decía- ).

Seguro que en su devenir inmortal le dará consuelo, como se lo daba en vida. Carmen seguirá viviendo con nosotros.