Rafael Muñoz es un veterinario y ganadero de Pozoblanco. Tiene 33 años de edad y explica que, de un grupo de 17 primos en su familia, solo dos han decidido vivir del campo, continuando con la actividad iniciada por sus antepasados en la dehesa. Sin embargo, afirma que en la actualidad es necesario contar con formación técnica y práctica, y recuerda que «el trabajo que se hace aquí no se aprende en los libros».

En el caso de su explotación, son en torno a 15 las personas que trabajan en la producción de porcino ibérico de bellota, vacuno y ovino, y también cultivan olivar. Además, hace algo más de una década sus padres impulsaron un negocio de turismo rural bajo la marca Cortijos y Dehesa. Sobre este último, señala que «si llegamos adonde queremos, puede que el turismo sea más rentable que la actividad ganadera en el futuro». Muñoz recuerda que «nos hemos tenido que ir modernizando como empresa» y en el ámbito normativo también se han marcado nuevas exigencias. En su opinión, «es muy difícil» incorporarse a la actividad agraria, porque «necesitas conocimientos, infraestructuras y las rentabilidades son muy limitadas», a lo que se suma que «la tierra es carísima» y que es «un trabajo duro». Así, apunta que «para que la rentabilidad sea más alta, tienes que ser muy buen profesional y tener la mente abierta a nuevas opciones».