Adosado al lado norte de la parroquia de la Asunción se encontraba, hasta hace unos meses, el que fue cementerio de Palma. El abandono le había causado importantes daños. No obstante, había llegado hasta nuestros días conservando buena parte de las característi--cas que le conferían una considerable identidad urbanística: su superficie casi intacta, algunos de sus muros, su carácter cerrado y recogido propiciado por un acceso bellísimo que discurre entre los contrafuertes de la parroquia y, por supuesto, vestigios de numerosos y humildes enterramientos dispersos por todo el solar. Nada de ello parece haber importado a las autoridades. Todos esos vestigios han sido arrasados o transformados en aras de una intervención urbanística que paradójicamente se justifica, según el equipo de gobierno, por el objetivo de poner en valor el Patrimonio Cultural de nuestro pueblo. Nada queda ya de los enterramientos. Nada de los restos de las personas que allí fueron enterradas. Nada de sus muros. Queda, eso si, su solar arrasado por un salón para celebraciones, una plaza desdibujada y una antigua puerta que ya no cierra o abre nada. ¿No ha sido posible un proyecto más integrador y respetuoso con el legado histórico?