De nuevo las fuerzas políticas catalanas que quieren la independencia plantean su reto a los ciudadanos españoles, de nada les ha servido que en el remedo de referéndum celebrado el 9 de noviembre de 2014 su propuesta obtuviera solo el refrendo del 30% del electorado catalán, ellos siguen adelante "re, que re" con nuevas trampas para llevar a la realidad su sueño de ser independientes, transformando nuestra vida política en una pesadilla que no nos deja descansar para estar fuertes y afrontar con decisión los problemas reales que nos aquejan.

"Los catalanes no quieren la independencia", afirmaba yo en el artículo publicado en Diario CORDOBA el 12 de noviembre de 2014, pues para un demócrata un 30% de apoyo no puede ser suficiente para una medida tan traumática como la ruptura de un Estado constitucional que ha garantizado la libertad y prosperidad de sus ciudadanos hasta ahora, máxime cuando los sucesivos Estatuts que han regido y rigen el gobierno autónomo de Catalunya cuentan con un historial de respaldo democrático mucho más alto .

La realidad es tozuda pero los políticos independentistas, a lo que parece, lo son más, en su sueño de acabar con nuestra vida en común y por ello me siento concernido por su desafío. Soy un ciudadano libre de una nación democrática y ellos quieren complicarme los años que me quedan.

Es imposible discutir con ellos pues su deseo nace de un sueño en el que viven y por el que están dispuestos a hacer lo que sea, hasta trampas, eso sí, como son muy demócratas, con apariencia de participación democrática, como si los demás no tuviéramos sueños que no podemos realizar porque afectan a los demás.

Estoy harto y quiero acabar cuanto antes esta pesadilla y acepto el reto, pero... Espero que ellos acepten una sencilla condición democrática y es que para que los demás aceptemos que tienen legitimidad democrática para iniciar un proceso tan traumático para nuestra vida como sería la independencia de Catalunya, la condición sea que su candidatura independentista obtenga los dos tercios de los escaños de estas elecciones para ellos plebiscitarias. Esta condición no es caprichosa pues los dos tercios son los requeridos para iniciar cualquier modificación estatutaria en los Estatuts que ha habido y desde luego declarar la independencia es la modificación más grande que se puede pensar.

Además en su lógica de poner delante los supuestos derechos de los pueblos frente a los de los ciudadanos se supone que se exigirán a sí mismos que la participación sea alta, y con un resultado para su candidatura superior por supuesto al 50% en todas y cada una de sus "queridas" 41 comarcas, aceptando que las comarcas dónde no se obtengan estos resultados queden en libertad de decidir si se incorporan a su sueño, o ¿es que los van a incorporar a la fuerza?

Quien quiere respeto para sus propuestas, debe respetar las de los demás porque también tenemos nuestros sueños...

* Profesor jubilado de la UCO