La Virgen de la Fuensanta

Córdoba celebra hoy, --en la fiesta litúrgica de la Natividad de María, introducida por el Papa Sergio I, en el siglo VII--, el día de Nuestra Señora de la Fuensanta, patrona de la ciudad. «Hoy nace una clara estrella, / tan divina y celestial, / que, con ser estrella, es tal, / que el mismo Sol nace de ella», cantamos en el himno de Laudes. El santuario de la Fuensanta tiene especial relevancia como contrapunto de fe en los cordobeses, como cita para la primera fiesta del curso que comienza, con el pórtico del pregón, este año pronunciado por Rosa Galisteo, con la visita de la imagen a la catedral en rosario vespertino y la procesión de regreso, ayer, para culminar con la eucaristía de hoy, que presidirá el obispo de la diócesis Demetrio Fernández, con el Cabildo catedral. La historia arranca mediado el siglo XV con la aparición de la Virgen a Gonzalo García, vecino del barrio de san Lorenzo y la curación milagrosa de su esposa e hija al beber del agua que en una huerta brotaba al pie de una higuera. En ese mismo siglo se alzaron el santuario y el pocito para proteger la fuente. El santuario de la Fuensanta vio llegar en los siglos siguientes obras de arte y exvotos traídos incluso de ultramar como el Cristo de caña mejicano o el famoso caimán disecado, testimonios de su pervivencia histórica. En torno al santuario probablemente a mediados del siglo XVIII surgió una feria de ganado que se fue transformando en festejo popular conocida por los cordobeses como La Velá de la Fuensanta. Segun las notas que nos ofrece Juan José Primo Jurado, historiador y escritor, «es fiesta emblemática de su barrio pero que convoca a cordobeses de todas partes para visitar a la Virgen, saludar al caimán y dar una vuelta por puentecillos, atracciones de feria, espectáculos musicales y reclamos gastronómicos». En el interior del santuario se venera la imagen de la Virgen en el altar mayor. Hoy, la Natividad de María, fiesta grande de su cumpleaños en los cielos. Aqui la celebramos viendo en María sobre todo, la disponibilidad radical a cumplir la voluntad del Padre.