P lutarco escribió semblanzas paralelas sobre celebridades afines del mundo clásico. Aunque Mariano Rajoy y Artur Mas tienen una pequeñez incomparable con los personajes del autor griego, también podrían escribirse, en un plano más modesto, sus vidas paralelas, pues las actuaciones públicas de ambos son tan deplorables como parecidas, aunque sus ideas sobre esa entidad invertebrada --el adjetivo se lo debemos a Ortega--, que se llama España, difieran sustancialmente. Las acciones políticas de uno y otro tienen notables paralelismos. Veamos. Los dos fueron Presidentes --bueno, Rajoy todavía lo es en funciones y por poco tiempo-- con una valoración negativa de su quehacer. Los dos usaron la crisis como una pelota de ping-pong, mientras mentían y mentían con una naturalidad ritual. Los ejemplos son abundantes, pero valgan un par de ellos: para don Artur la herencia española lastra y ahoga las libertades catalanas; cuando lo exacto es que desde 1977 gozan de un autogobierno que nunca tuvieron en su historia. Para don Mariano la herencia de ZP imposibilitó el cumplimiento de su programa electoral porque las cuentas que encontró estaban enmascaradas; cuando lo exacto es que las mayores falsedades --sancionadas por Bruselas-- vivían en la Valencia gobernada por el propio PP. Los dos miraron para otro lado cuando la corrupción --Pujol y Bárcenas-- estaba a su vera. Los dos llegaron al poder por la gracia de sus antecesores. Los dos están dejando a sus partidos para el arrastre. Los dos se han agarrado al poder como lapas. Los dos, enfermos de egolatría, padecen el providencialismo de los dictadores. Los dos, imposibilitados para el diálogo sincero, se muestran satisfechos de su obra demoledora que está resucitando viejos demonios y los extremismos que tanto dañan a España y a Cataluña.

* Escritor